Queda camino por recorrer, sin duda, en materia de igualdad, retos que exigen a su vez una lectura reposada y crítica de los datos que, por ejemplo, arroja la encuesta del CIS a nivel estatal en la que el 44% de los hombres cree que “se ha llegado tan lejos” en igualdad que se les “discrimina”. Quienes se apresuran a sacar conclusiones negativas a cerca de las políticas públicas a favor de la igualdad quizás estaban esperando estudios así para tergiversar sus conclusiones como una manera más de preservar las cuotas de poder que, en realidad, desean mantener.

Voces incapaces seguramente de describir las discriminaciones que supuestamente sufren como hombres a causa de la igualdad pero a los que les molesta el mensaje del feminismo, ese de no trates de utilizarme, de tratarme como el sexo débil y entérate que el ‘no es no’. Voces que alimentan corrientes de opinión como la extrema derecha que advierten de los peligros de igualar demasiado y demonizan a aquellas formaciones políticas que las defienden.

Discursos antifeministas que bajo el pretexto de la supuesta radicalidad pretenden inculcar miedo a quienes no entienden los cambios sociales y se ven superados por lo que debe ser la normalidad y que no quieren desarmar su masculinidad viril. Voces que castigan en el ámbito laboral, social, económico o cultural a aquellas mujeres que representan un modelo de ser y estar en la sociedad diferente, menos hipersexualizado y que no defiende otra cosa que tener las mismas oportunidades. El 56% de los encuestados del mismo sexo en cambio cree en esos avances, una mayoría que en sí forma parte de TODOS los logros conseguidos.

Pero la incomodidad ante los avances nos obliga a hacer autocrítica sobre la forma en la que debemos comunicar –de forma positiva y constructiva– las ventajas que supone para el hombre –y por supuesto para la mujer– compartir y convivir en espacios igualitarios desde el respeto y la valoración del otro. Sobre todo entre los grupos más jóvenes, los más críticos con esta causa según la encuesta, pero también los más manipulables, por ejemplo, en redes sociales. Un chequeo del CIS que, en todo caso, retrata una realidad más profunda, en la que las mujeres dedican casi siete horas al cuidado de los hijos, el doble que los hombres, y en la que ambos coinciden en que los salarios de ellas son peores y las posibilidades de ascender en el trabajo. Rosa Luxemburgo fallecía tal día como hoy en 1919. Si hoy levantara la cabeza, diría que hace falta más feminismo.