Con los tractores en las carreteras es oportuno enfocar el verdadero problema: no es un pulso entre las políticas ambientales y las necesidades del sector agrícola. Ese debate solo favorece al dogmatismo apresurado de algunas decisiones en el primer ámbito y al negacionismo irresponsable como respuesta, pero no solventa las necesidades del sector ni satisface sus intereses. Igualmente, no debe convertirse a los agricultores en ariete de intereses políticos de la ultraderecha que manipulan sentimientos y criminalizan la agenda 2030, que es un mecanismo de desarrollo sostenible con multitud de parámetros sociales, económicos y democráticos (igualdad de acceso, protección de derechos, etc). Igualmente, dirigir la protesta hacia autoridades autonómicas y forales que carecen de mecanismos y responsabilidad para incidir sobre las soluciones es un automatismo que alimenta el malestar y redunda en esa utilización de la causa legítima del sector en beneficio de intereses políticos ajenos a él.

La prioridad en el enfoque de las estrategias, desde la perspectiva de nuestro sector de baserritarras, debe ser proteger su modelo productivo, la agricultura local y familiar que compite en desigualdad con los grandes productores y la mano de obra barata dentro y fuera de la Unión Europea. El antieuropeísmo no es la solución sino la garantía de protección del sector, que depende de una coordinación de políticas en el nivel del mercado único mejorable pero indudablemente necesaria. En ese marco, la sostenibilidad no está en la subvención, por necesaria que sea coyunturalmente en relación al carburante o la producción, ni en la renuncia a exigencias asociadas a la preservación del medioambiente y la seguridad alimentaria.

Los objetivos de reducir la presencia de productos nocivos o de antibióticos no son renunciables porque la seguridad y la salud son prioridades. Pero sí es oportuno revisar políticas diseñadas de espaldas a la realidad del sector, por bienintencionadas que sean. Al igual que reclamar un control fiable de las condiciones que están obligadas a cumplir las importaciones para que no disfruten de una ventaja competitiva así como de una simplificación de la gestión administrativa, que hoy resulta farragosa y genera inseguridad e indefensión al pequeño productor, cuya sostenibilidad es un factor clave para evitar la dependencia externa.