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Mesa de Redacción

Joseba Santamaria

Palestina, la Nakba como método

Palestina, la Nakba como métodoEFE

El pueblo palestino asiste, cuando se cumple el 76 aniversario del recuerdo de la Nakba (Catástrofe) que supuso la expulsión ilegal de más de 700.000 palestinos de sus casas y de sus tierras, a una reedición de aquellos hechos después de más de siete meses de masacre en Gaza que han supuesto otro desplazamiento forzoso de cientos de miles de palestinos y la muerte de más de 35.000 personas, la mayoría niños y niñas y mujeres. Un genocidio y una limpieza étnica del territorio planificados. Otra Nakba más que busca completar la ocupación ilegal de toda Palestina iniciada tras la Segunda Guerra Mundial después de que el 29 de noviembre de 1947 la ONU aprobase la recomendación 181 que planteaba la partición de Palestina en tres partes, otorgando a los habitantes judíos el 55% del territorio a pesar de que apenas eran el 30% de la población, el 45% a los habitantes palestinos originarios y una gestión internacional para la ciudad de Jerusalén. Aquella decisión injusta abrió la puerta a un conflicto aún vigente que ha marcado buena parte de la realidad histórica de Oriente Medio, el Norte de África y la política internacional durante más de siete décadas. Tras el fracaso de aquella recomendación y bajo la presión de una dura ofensiva terrorista por parte de los grupos sionistas con aldeas arrasadas y cientos de asesinados, el emergente Estado de Israel, con el apoyo económico y militar de EEUU y la complicidad de Gran Bretaña, fue imponiendo por la fuerza la ocupación de la práctica totalidad de la tierra palestina incumpliendo una tras otra las decenas de resoluciones obligatorias que la ONU ha aprobado desde entonces. La violación del derecho humanitario, de las leyes de guerra y de la legalidad internacional no es de ahora. De hecho, sigue ahora desoyendo todas las llamadas de la ONU y del resto de organismos internacionales para detener la matanza de civiles inocentes en Gaza. 76 años en los que cada intento de lograr una paz duradera y justa ha chocado con los mismos lastres que los procesos anteriores: el desequilibrio de fuerzas y de apoyos entre las partes negociadoras. Mientras Israel mantiene una evidente supremacía militar y el apoyo indisimulado de EEUU, la causa palestina se presenta debilitada por la división interna, su territorio convertido en un gran campo de concentración tras un muro de la vergüenza con dos zonas diferenciadas –Gaza y Cisjordania–, y con un creciente abandono de una comunidad internacional que ha sido incapaz de hacer cumplir las diferentes resoluciones de la ONU en favor de los derechos de los palestinos. A todo ello hay que añadir el mantenimiento de la política de colonización de los territorios ocupados y el avance de las posiciones más extremistas y ultraderechistas del sionismo en la política israelí. Se intenta mantener en el concierto internacional una apariencia permanente de diálogo y de búsqueda de soluciones con el reconocimiento dos Estados, pero el resultado para los palestinos es siempre seguir condenados al abandono cuando no sometidos al fanatismo islamista o a las bombas, el asesinato, la cárcel o el bloqueo y destrucción de la ayuda internacional para poder sobrevivir. Las razones para el optimismo son ninguna. Nadie podía pensar que asistiéramos a lo que está ocurriendo de nuevo hoy en Palestina.