Dentro de poco comenzarán a colarse por la venta unos insectos que no visitan los últimos años conforme madura el cereal de los campos cercanos. Se vienen encima sin ánimo de molestar y son detectables porque pintan motas negras sobre la ropa y las manos. Son bastante menos pelmas que las moscas y más inofensivos que estas; porque también he tenido que sacudirme de encima a alguno de esos moscardones, tan agresivos últimamente como gaviotas en la playa. Y es que ni los bichos son lo que eran ni los que son hoy eran antes (al menos por estos lares). Me refiero, por ejemplo, a la proliferación de especies como el mosquito tigre, originario del sudeste asiático, asentado ya en zonas de Navarra y transmisor de enfermedades: un elemento peligroso. O como la garrapata, que ha hecho su reaparición disputa a pegarse a la piel de todo ser que pase cerca, sea humano, animal o las dos cosas a la vez. El caso es que expertos reunidos en Pamplona han alertado de la actividad de estos parásitos, de las infecciones que pueden llegar a provocar y que no se combaten solo con un spray. No es un simple aviso sino una llamada a la prevención; como avanzó la directora del Instituto de Salud Pública, “se va a publicar un plan de actuación y prevención de garrapatas que ya existe con el mosquito tigre”.

La presencia de estos insectos que pueden causar problemas a nuestra salud no es un capricho estacional sino una especie de plaga con la que nos castiga la naturaleza por el daño que le estamos infligiendo. El cambio climático, el aumento de las temperaturas, está detrás de esta invasión que no conoce fronteras sino que surca todo el planeta trasladando infecciones víricas como el dengue. Como resaltan los expertos “ya no hay enfermedades locales, son todas globales”.

Dicen que la naturaleza es sabía, pero yo también creo que es rencorosa. No asume las agresiones con estoicismo a la espera de que a los humanos nos dé por fin un ataque de sensatez; por contra, nos manda avisos en forma de tormentas, riadas, huracanes, olas de calor y de frío… O pequeños batallones de insectos para que leamos en el sarpullido que nos dibujan en la piel o en la calentura provocada por la fiebre. Por precaución, cierren las ventanas.