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El turismo es un gran invento

El turismo es un gran inventoIsaac Buj

Tomo prestado el título de la columna de una película protagonizada por Paco Martínez Soria en 1968. Aquella España del desarrollismo descubrió una industria que no necesitaba de inversiones previas y de riesgo. El yacimiento de sol y playa estaba ahí y solo había que explotarlo porque la materia prima era inagotable y la demanda ilimitada. El crecimiento experimentado desde entonces ha convertido al turismo en el sector que más riqueza aporta a la economía española. El ejemplo más palmario es la transformación experimentada por el pequeño pueblo de Benidorm hasta convertirse en la segunda ciudad del mundo con más rascacielos por detrás de Nueva York. La localidad alicantina es también la imagen de la masificación.

No sé en qué momento comenzó a detectarse que el turismo puede ser un problema. No me refiero a la caída de ingresos en esta industria por crisis mundiales o pandemias, que descuadran todas las cuentas y engordan la tasa de desempleo; pienso en el aluvión incontrolado de visitantes que invaden ciudades y lugares emblemáticos, en la proliferación de los apartamentos turísticos que hinchan los precios de la vivienda, y en el desgaste al que se somete a espacios naturales. Este caldo de cultivo ha ido a más tras el covid, entre otras cosas porque le hemos visto las orejas al lobo del confinamiento, a lo fugaz de la vida y el que no corre, vuela o navega en barco. Este incremento de la demanda ha traído un aumento notable de los precios en los destinos que, sin embargo, no ha retraído a los viajeros. Como asumió un empresario hotelero, “sí, los precios son más altos, pero la gente los paga...”.

La gente paga, pero paseas por Madrid y es la plaza Consistorial el 6 de julio; la rambla de Barcelona parece Tokio en hora punta; en Benidorm hay peleas por extender la toalla en la arena; las colas para ver las mezquitas de Estambul se sabe dónde empiezan pero no dónde terminan; en Venecia hay tapones humanos en los puentes emblemáticos; en Menorca, el acceso con vehículos a las calas más publicitadas ya está cerrado para las nueve de la mañana…, y así podríamos seguir. Ha tardado, pero cada vez son más las ciudades en las que se convocan manifestaciones contra el turismo masivo por los problemas de todo orden que genera a los residentes. Parece claro que es necesaria una regulación. Porque cada día son más los que ponen en duda que el turismo sea un gran invento.