Hoy, los votantes de UPN son libres. La presidenta Ibarrola les concede libertad de voto por incomparecencia del partido regionalista en las elecciones europeas. El PP ha rechazado hacerles un hueco en puesto de salida porque en 2008 pagaron al PSOE la factura del agostazo de 2007 que les permitió mantener el Gobierno de Navarra. Una votación en el Congreso de los Diputados quebró el pacto. Curiosa idea la del voto subrogado por relajación temporal en su disciplina. Autoritarismo impregnado de confianza en el sentido del voto y en la vuelta al redil. Voto con valores: “Somos navarros, españoles y europeos”, vacunados contra “sectarismos, nacionalismos y populismos”.

Voto que volverá a UPN en las forales y municipales, advierte Ibarrola al PP. Y le estampa una encuesta de encargo, a tres años vista: el PPN perdería representación en el Parlamento y en el Ayuntamiento de Pamplona. También le iría mal al PSN en ambas instituciones, sobre todo en el Ayuntamiento donde la inmoló en beneficio de Asiron.

Los socialistas serían tercera fuerza en ambos lugares, con UPN (17/11)y EH Bildu (11/10) en las primeras posiciones y dos asientos más cada uno. La mala noticia para Ibarrola, como máxima dirigente del partido y como anunciada candidata a la Alcaldía, es que tampoco esta vez le sonríen las cuentas de las alianzas. La continuidad de los pactos actuales les mantendría en la oposición.

Con su tacto habitual, Cristina Ibarrola responde con acritud en los hechos a la oferta regeneradora de María Chivite (Ánimo de trabajo conjunto y mejora del diálogo): propuesta de comparecencias y entrega de documentación sobre mascarillas en la comisión de investigación del Senado. Enredar. Amplificar. Ibarrola proclama: “UPN se consolida como el partido referente del centro derecha en esta tierra y como la única alternativa para sacar a gobiernos de EH Bildu o influenciados por EH Bildu”. Lo primero, sí. Para lo segundo le faltan socios. Y talante.