Tres meses enteros de vacaciones. Eso es lo que tienen, ni más ni menos, las chicas y chicos de Secundaria que han aprobado todo. Desde que se pasaron las recuperaciones de septiembre a junio, este mes se ha convertido en una cosa rara. Cientos de chavales deambulan por ahí sin saber muy bien qué hacer.

Las madres y padres, hartos de ver a nuestros adolescentes tirados en los sofás con el móvil, les animamos a ir al instituto, pero lo que encuentran allí en muchos casos es desolador: profesores que tienen que desdoblarse para atender a los que tienen recuperaciones y cuidar a los de la guardería a la vez, otros que aprovechan para estudiar porque dentro de unos días tienen la oposición… Muchos vídeos, mucha actividad precaria de relleno y mucho trabajo extra para los docentes. Han pasado ya unos años y se ven pocas mejoras.

Es lógico, sin recursos mucho más no se puede hacer. Esto, algún día, se tendrá que organizar de otra manera desde Educación.

Entre tanto aprovechemos las pocas opciones que se nos ofrecen, como la interesante marcha Las Botellas de la libertad que han organizado desde el Instituto de la Memoria. Ayer chicas y chicos de varios centros participaron en la primera etapa del camino que siguieron los presos fugados de San Cristóbal y hoy otros tantos recorrerán el tramo final de Sorogain a Urepel. Allí estará mi adolescente, y he aprovechado para contarle que Jacinto Otxoa Martikorena, primo de su aitatxi, participó en la gran fuga y en otra posterior, aunque no logró escapar, y que fue el preso que más tiempo estuvo en la prisión: 26 años y 10 meses. Mucho mejor hablar de la fuga de Ezkaba que darse a la fuga del instituto, sin más.