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Isla Busura

Maite Esparza

Lo oculto

Lo ocultoCedida

Un dependiente observa cómo se gira ante el espejo para ver qué culo le dibuja la caída del lino de los pantalones que se está probando. Carnoso, el que tiene, un melocotón. Él se recoge un mechón de cabello negro tras la oreja y le mira a través del espejo con ojos de luciérnaga. Entonces hace su catwalk hasta el probador, como si la condición de modelo fuera genética, sin exhibirse. Hay mucho poder en saber que atraes miradas y deseo. Esa energía puede iluminar Tokyo. Pero este dios es humano, y su cuerpo, el de quien ha aceptado que ya no le compensa tallarlo hasta que parezca mármol. Ha entendido que no hace falta ser el David de Miguel Ángel. Mientras le escucha modular su voz viril y aprecia en ella la superposición de varias culturas, el dependiente no puede imaginar que ese tremendo hombre ha sufrido bullying desde niño porque era ‘el gordo’, que le han insultado, empujado y pegado puñetazos, que le ha costado hacer amigos.

Cuando se baja del escenario toda la sala está en pie. No es tan habitual asistir al vaciado del ánfora íntima, no lo es ver a alguien derramar el alquitrán de los trastornos psicológicos que le impidieron ser feliz durante años. Se trata de un ejercicio de honestidad, de verdad y de generosidad tan bestia que algunas personas entre el público se descubren pensando que claro, que airear la vulnerabilidad es una demostración de fuerza. Entre los aplausos y los abrazos que le van envolviendo se le ve desfondado, con los ojos muy abiertos, sin terminar de creerse lo que acaba de hacer. Hasta hace unos minutos quienes le han visto hoy no habrían podido creer que ese tipo gracioso, divertido, que vive de haber profesionalizado su sentido del humor, convivió toda una década con tres amigos invisibles, un trastorno depresivo, otro obsesivo compulsivo y una fobia social que le impedían relacionarse con las personas y con la vida como necesitaba hacerlo.

Estos dos hombres toman una cerveza juntos en una barra. Si alguien los viera ahora pensaría que son dos triunfadores. Y lo son.