Los europeos hemos hablado depositando su papeleta en las urnas para elegir a los nuevos representantes del Parlamento Europeo de cara a la legislatura entre 2024 y 2029. Y lo primero que podemos decir, es que lo han hecho pocos, aunque eso sí, no menos de los que lo hicieron hace cinco años. La participación ha sido muy levemente superior a la de entonces alcanzando el 51%. Es decir, uno de cada dos europeos no se ha pronunciado sobre la opción política que desea para dirigir el futuro cercano de la Unión Europea. Pero aun hay algo más preocupante, la mayoría de los votos han tenido que ver con claves de política interna de cada Estado miembro y no por los problemas, retos o desafíos de la agenda política europea. El resultado del escrutinio deja un buen número de reflexiones y unos cuantos terremotos políticos nacionales, empezando por las elecciones legislativas anticipadas en Francia, la tremenda debilidad del Gobierno semáforo alemán o la crisis de gobierno en Bélgica por la dimisión de su primer ministro.

Nuevo parlamento

Pese al fuerte incremento de las formaciones políticas de ultraderecha, la realidad es que la alianza tradicional que viene funcionando en la Eurocámara durante décadas entre populares, socialistas y liberales, se puede reeditar proporcionando una holgada mayoría absoluta. Los populares han incrementado sus escaños sin grandes avances, los socialistas bajan suavemente y son los liberales, por el descalabro de Macron en Francia, los que más caen. Los tres grupos parlamentarios han empezado a negociar el “Juego de Tronos” de los cargos en la nueva cámara, en el entendimiento de que hoy por hoy, sigue siendo la opción más estable para la aprobación de las leyes europeas. Los dos grupos que representan a partidos de extrema derecha, Reformistas y Conservadores e Identidad Democrática crecen, pero lo hace muy significativamente más el segundo que el primero, fruto de el aluvión de votos recibido por la Agrupación Nacional (RN) de Marine Le Pen. Sin embargo, la heterogeneidad de sus miembros y de sus intereses hace imposible la existencia de un bloque político ultra en el Parlamento Europeo.

Eje franco-alemán

Sin embargo, el mismo voto que no parece que altere de forma trascendental las mayorías del Parlamento Europeo, ha producido auténticos terremotos políticos en algunas capitales europeas. De las más afectadas, París y Berlín, esto es, la placa base del proyecto europeo que no es otra que el eje franco – alemán. En Francia, sin tener siquiera resultados oficiales, solo con ver los sondeos, Macron disolvió la Asamblea Nacional y convocó elecciones legislativas a la vista de la gran victoria de la ultraderecha y el derrumbe de su partido en los comicios europeos. Le queda mandato hasta 2027, pero ha llevado a cabo una jugada de enorme riesgo, pues, de vencer la Agrupación Nacional, se vería abocado a cohabitar con un gobierno ultra, un hecho que sería histórico en la República francesa. Por su parte, en Alemania se ha producido una victoria previsible de la CDU, la derecha moderada, pero lo más significativo es el hundimiento de los tres partidos de gobierno, los socialistas del SPD, los Verdes y los Liberales y el consiguiente sorpasso de los ultras de Alternativa por Alemania que se ha convertido en segunda fuerza política.

Meloni, la beneficiada

Pero más allá de los éxitos de Marin Le Pen o de AfD alemana, la gran beneficiaria de las elecciones del pasado domingo es la primera ministra italiana, Giorgia Meloni. No solo por el triunfo electoral con un gran resultado, sino porque además de ocupar casi todo el espacio de la derecha italiana, como real sucesora de Berlusconi, sus eurodiputados de Fratelli Italia (Hermanos de Italia) se han convertido en el objeto de deseo de tres grupos parlamentarios, Populares, Reformistas y Conservadores e Identidad Democrática. Ella ha colaborado siempre políticamente con los segundos, en los que está integrado Vox, como ha desestimado las ofertas de Le Pen para irse con los terceros, pero ha coqueteado con los primeros con la opción de integrarse en algún momento de la legislatura en el grupo popular europeo. Con esa fuerza se plantará, primero en la cena informal del Consejo Europeo del 17 de junio, donde empezarán los jefes de Gobierno a poner encima de la mesa candidatos y candidatas para ocupar los principales cargos de las instituciones europeas, y finalmente, en la Cumbre en Bruselas del 27 y 28 de este mes.