La prospección del Instituto Nacional de Estadística (INE) español sobre la evolución y pautas de la población en el próximo medio siglo arroja augurios significativos. En primer lugar, refleja una tendencia generalizada a la menor natalidad, que se moverá de modo constante por debajo del número de defunciones, lo que fiará el crecimiento poblacional previsto, de más de cinco millones de personas (+10,6%) en los próximos 15 años, a la inmigración. Pero, además, el comportamiento será muy dispar por Comunidad Autónoma, con varias que perderán población pese al aumento absoluto. En el caso de la Comunidad Autónoma del País Vasco (CAPV) y la Foral de Navarra, el fenómeno se reproduce: menos natalidad y crecimiento poblacional asociado a la inmigración. Sin embargo, mientras la CAPV registraría un bajo crecimiento vegetativo del 1,7% desde ahora a 2039, Navarra superaría la media estatal hasta un 11,1%. El INE augura así una estructura socialculturalmente más diversa y necesitada de recibir a una población que se precisa para responder a los retos sociales y económicos mediante políticas públicas de integración y gestión de esa multiculturalidad al objeto de preservar y respetar lo autóctono y lo importado. Un modelo de convivencia que no se puede limitar a los mecanismos asistenciales sino a la sostenibilidad real de las personas y los servicios que se les prestan. De hecho, la estadística anticipada señala que, a 50 años vista, la población nacida en el Estado se reduciría del vigente 81,9% a un 61%, aunque este extremo puede variar en función de la nueva aportación a la natalidad autóctona de los llegados desde el exterior, cuya tasa media es superior. Otro augurio a 50 años vista es que la esperanza de vida de quienes entonces tengan 65 años superará los 91. Nuevamente, una situación que exigirá políticas específicas en el ámbito social, económico y de la salud. Una última previsión que deberá ser atendida: un 33% de los hogares en Navarra y el Estado y más de un 37% en la CAPV estarían formados por un solo individuo, con lo que eso implica en la gestión de la vivienda, la asistencia y la sostenibilidad. La cuenta atrás para diseñar estas sociedades en términos de convivencia y no de conflicto está corriendo y el tono de quienes enfocan el debate no apunta al respeto ni la integración.