La vida sigue fluyendo mientras existe. Quedan los recuerdos, algunos solo, y siempre hay un mañana en el horizonte. El paso del tiempo forma parte de esa vida de cada uno, la conforma y la modifica poco a poco. No sólo físicamente, sino también racionalmente. La capacidad de análisis, la toma de decisiones, las convicciones o la simple observación de lo que ocurre alrededor de cada cual se contempla con argumentos y ojos diferentes en un tiempo o en otro. Eso también se aprende poco a poco.
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Releía este pasado domingo un viejo reportaje en el que importantes científicos mostraban su convencimiento en la existencia de otras formas de vida en el espacio exterior infinito. Es un tema que siempre atrae a la lectura, supongo que porque abre puertas a un mundo desconocido y a unas fronteras inalcanzables en las cuales todo es tan posible como imposible. He ido leyendo también esta semana la asquerosa campaña de bulos lanzada en las redes sociales contra la inmigración tras el asesinato de un niño de 11 once años en la localidad toledana de Mocejón.
Con la ultraderecha y sus altavoces políticos y mediático al frente de la ofensiva. Un intento indisimulado de repetir en el Estado español los disturbios contra las personas migrantes de hace una par de semanas en Gran Bretaña. Sigo viendo imágenes terribles y leyendo informaciones que arrastran a las lágrimas sobre la masacre palestina en Gaza y Cisjordania. Observo las sucesivas manifestaciones de vecinos cabreados que recorren todo el litoral turístico español contra la turistificación masiva, el asalto a la vivienda en el centro de esas ciudades y la explotación laboral y exclusión social que ese modelo conlleva. Un último informe apunta a que la brecha entre ricos y pobres se agranda en Europa y aumenta la desigualdad.
La guerra en Ucraniay ahora también en territorio de Rusia continúa de espaldas a la búsqueda de cualquier solución negociada. El hambre, la guerra, la pobreza y las enfermedades se extienden por el planeta mientras la acumulación de riqueza sigue siendo la prioridad. Y ya son imágenes reales en vivo y en directo las que muestran las consecuencias del cambio climático. Hay también noticias positivas, claro. Entrañables historias humanas, importantes avances científicos, médicos y tecnológicos y las alegrías deportivas, familiares o festivas que siempre alegran el paso del calendario.
Pero no sé, qué mierda de mundo que busca vida allí donde sólo existe el infinito desconocido y asesina seres humanos, los condena al abandono, la violencia, el fanatismo religioso o destroza el equilibrio medioambiental del planeta sin límites aquí mismo donde la vida es real. Con los pensamientos perdidos por esos terrenos traté de consolarme dudando de que si hay otras vidas por esa inmensidad del Universo desconocido sean capaces de hacer el mal que seres humanos hacen a otros seres humanos y a otros seres vivos. Fue un consuelo tan pequeño como inútil.