En la política navarra hay debates que se repiten año a año, un día de la marmota foral propio. Unos son importantes, como el mapa local, el modelo fiscal, la política de vivienda, la calidad de la sanidad pública, la salvaguarda de los derechos sociales o las trabas al euskera. De nuevo, la Cámara de Comptosha puesto el foco de sus recomendaciones en uno de ellos, histórico desde hace más de 40 años, la reorganización del mapa local de Navarra. El sector público local de Navarra lo integran 702 entidades locales: 272 municipios, 346 concejos, 62 mancomunidades y 22 agrupaciones.
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Existen, además, 53 organismos autónomos, 58 sociedades mercantiles, 8 fundaciones públicas y 16 consorcios creados por las instituciones locales. En su informe, Comptos insiste en su histórica y recurrente advertencia: la falta de racionalidad del actual mapa local, aunque el caso que se le ha hecho siempre ha sido el mismo, escaso por no decir ninguno. Un compromiso reiteradamente asumido por partidos y gobiernos y no cumplido, pese a que se han ido aprobando una tras otra diversas leyes forales para abordar la cuestión –la última creo que fue en 2019–, pero cuyo resultado ha sido más o menos acabar en el cajón de los olvidos del departamento y del consejero de turno. Es cierto que de ese último texto normativo se ha desarrollado una parte importante, la que impulsaba una mejora de la financiación de las entidades locales –Comptos destaca “la buena situación económica global” del sector público local con un ahorro neto de 107 millones, el remanente de tesorería de 374 millones y la reducción de la deuda hasta situarse en 119 millones–, pero el mapa local sigue siendo la misma dispersa fragmentación que impide una prestación eficaz de servicios y de mejor calidad.
Óscar Chivite: "La tramitación de la Ley Foral de Despoblación y Desarrollo Rural comenzará en junio de 2025"
No se trata de suprimir la identidad municipalista de Navarra, sino de racionalizar un mapa que dificulta la prestación de servicios desde criterios democráticos y de voluntad popular, de equilibrio territorial, de viabilidad económica o de la gestión del valor del comunal y del patrimonio histórico para garantizar el deber de conciliar las actuales necesidades y demandas de los ciudadanos con la necesidad de una gestión pública racional, eficaz. Más aún cuando la realidad de la despoblación, una realidad ya en muchas zonas de Navarra y sangrante en zonas como el Pirineo, Sangüesa, Zona Media y Tierra Estella, lastra aún más la capacidad de buena parte de las pequeñas entidades locales en un momento histórico en el que el crecimiento del número de habitantes de la comunidad se concentra en Iruña y su Comarca mientras más de la mitad de los ayuntamientos pierden población.
El desequilibrio que muestra hoy el territorio de Navarra se visualiza en la polaridad que existe entre sus dos realidades: la urbana y la rural. El Gobierno prepara una nueva ley foral de despoblación y desarrollo rural que comenzará a tramitarse en junio, según desveló este martes el consejero Óscar Chivite en el Foro Hiria que organizó DIARIO DE NOTICIAS en Olite-Erri-Berri sobre la despoblación en la Zona Media. Vereremos el resultado. Como ha mantenido durante años mi compañero y gran periodista conocedor de las vivencias, realidades y complejidades del espacio rural navarro Pablo Gorria no tengo ninguna esperanza de ver esa transformación del mapa local. A estas alturas ni siquiera lo creo posible. Y ya dudo si necesario.