Hola personas, ¡¡¡Suenen pínfanos y atabales, canten coros y solistas, bailen neskas y mutiles, celebren todos conmigo, corran la voz, que todos se enteren!!!, este que aquí comienza no es un ERP cualquiera, no, es el número 350 y eso es algo muy principal. 350 domingos llegando a vuestras casas, a vuestras manos, a vuestros ojos y colándome en vuestros cacúmenes para contaros casos, cosas, sucedidos, personajes, rincones, historias, datos, recorridos, memorias, mentiras y todo aquello que se me pasa por el magín y es susceptible de ser contado. La cosa ha cambiado un poco desde aquel primer Rincón del Paseante que apareció aquel, lejano ya, 28 de enero de 2018. En él hice una declaración de intenciones que cumplí mientras pude. El tiempo cambia las cosas y algunos matices han cambiado. Entre medio vivimos aquella anormalidad llamada pandemia, de triste recordación, y ella nos cambió, no sé si mucho o poco, no sé si para siempre o para un rato, no sé si volveremos a lo de antes, pero a mí, por ejemplo, me ha quitado las ganas de pasear de noche, no sé, no lo veo igual, no me apetece. Pero da igual, el espíritu del Paseante sigue intacto y no hay nada inamovible, las reglas se cambian, o mejor, se quitan y aquí casi todo vale. No es fácil llegar a los 350 y pasarlos, para ello es necesario que cada semana se me ocurra un paseo diferente, interesante y divertido que os pueda contar. Y para muestra lo que sigue.

El paseo de hoy tiene algún componente nuevo, algo que no se había dado en ninguno de los 350 que le preceden, son componentes de forma, sin importancia, de la mecánica, lo sustancioso sigue igual.

Pero, bueno, vamos al turrón. ¿Por qué digo que este escrito contiene cosas diferentes? Pues, en primer lugar, porque lo estoy escribiendo sentado en una mesa de la biblioteca del Archivo General de Navarra, armado de un lápiz Staedler Noris HB 2, única máquina de escribir que se puede meter en este sancta sanctórum del saber, y el escrito va quedando en el reverso de unos folios que se emplean para hacer la solicitud de reprografía, único soporte que tenía a mano.

Me encuentro ante la pantalla de un ordenador, en ella se van sucediendo imágenes del pasado que han llegado hasta nosotros gracias al buen hacer de Foto Galle, así, sin personalizar. En su trabajo, tanto hay obra del padre, José, como del hijo, Fernando, y muy probablemente de algún empleado que otro, ellos mismos no personalizan y todo se firma con la marca: Galle. Nunca se cansaban de darle al gatillo, de ser notarios de esos años, de dejar bien claro cómo era aquella Pamplona que, poco a poco, iba apareciendo, por un lado, el II Ensanche, por ejemplo, y, esa otra, que iba desapareciendo por otro: las casitas y huertas de Iturrama, San Juan etc. Aquella Pamplona que, de un modo u otro estaba cambiando a pasos agigantados, años de puro desarrollismo, del boom de la emigración y con ella la aparición de los grandes barrios periféricos. Con grandes cambios, también, en modos y costumbres. Galle intuyó que el futuro agradecería su legado y acertó de pleno.

Hoy estoy fisgando una carpeta que es un poco diferente a las demás. Antes, para que se me entienda mejor, haré un previo y explicaré cómo nos ha llegado el Fondo Galle. No han sido unos sacos o unas cajas de negativos a granel, no, han llegado perfectamente fechados y ordenados, con un índice que se divide en series, numeradas del 1 en adelante, y en cada una hay 1.000 imágenes. De momento están digitalizadas 83 series y en un cuaderno aparte hay un índice que dice fecha y tema de cada grupo de imágenes. Así, por ejemplo, podemos ver: Serie 27, de la 609 a la 614 Osasuna Mirandés 6-0. (13. 2. 49), o de la 689 a la 702 Homenaje a Atano en el Euskal con Gallastegi (21.2.49). Un trabajo bien hecho.

Pues bien, estaba diciendo que la carpeta por la que paseo hoy es diferente, es la número 00 y no figura en el índice, por lo tanto, las fechas y los lugares los he de adivinar por lógica y conocimiento del medio. Yo diría que mi paseo transcurrió por los años 64-65. La serie es muy ecléctica, es una especie de cajón de sastre en donde hay de todo. Empieza con unas fotos de los alumnos de los escolapios entregados al arte de Talía en el escenario del colegio, magníficas caracterizaciones, decorados “fastuosos” y más de una cara conocida. Cruza el fotógrafo los jardines de la plaza de Toros para dejarnos constancia de la fiesta que se dio en el colegio de María Inmaculada, donde también hay teatro y muchas fotos de niñas y menos niñas en el patio con sus amigas y con las monjas, había que tener un recuerdo. Le sigue una demostración deportiva de señoritas del Sagrado Corazón y unos forzudos luciendo bíceps en el circo. La siguiente imagen nos muestra a la periodista Blanca Ferrer haciendo una entrevista, una interviú, que se decía entonces, al guapo torero Mario Cabré y tras esto unas fotos de un desfile de moda en el Labrit. Son todo fotos sociales que nos mostraban lo que vivía aquella Pamplona, no había muchas variantes. También los hechos trágicos fueron inmortalizados por Galle, así veo un extenso reportaje que nos muestra un voraz incendio que se declaró en unas viviendas que había en un barracón en uno de los caminos del Mochuelo, lo que hoy es la calle Río Bidasoa. Galle nos enseña a unas pobres gentes en la calle con los pocos enseres que han podido salvar y a los bomberos trabajando por entre tejados hundidos y una ruina generalizada. Tenían poco y se quedaron sin nada.

Las fotos que siguen nos llevan al casco viejo, cuando era viejo, viejo. Tomamos por la calle Dormitalería y paseamos ante el desaparecido Arcedianato y entramos a su patio con sus porches y sus bonitas catalpas, lo único que aún se conserva, ya que el resto fue pasto de la piqueta que dejó a la luz toda la primera Pamplona, la romana, pero ello no fue impedimento, ni óbice, ni na, para que sobre estos restos se levantasen las casas de los canónigos. Sale el fotero por la calle de la Merced y se da la vuelta para dejarnos memoria de cómo era el mítico Moto Club, vuelve a entrar por San Agustín y nos lega una imagen de la calle casi vacía si no fuese por un viejo Ford Z-5135 aparcado ante lo que fue el cine Novedades. Sube Tejería y nos la muestra hacia abajo desde la esquina de Casa Sixto, en esta ocasión es un 4-4 el NA-5834 el que ocupa la calle. Luego vemos el gran despliegue publicitario que hizo la Universidad de Navarra cuando vino para dejar constancia de la suerte que había tenido Pamplona con su llegada. Y aparece en la pantalla la Milagrosa en construcción y Abejeras y el comienzo de Sancho el Fuerte sin aceras y sin urbanizar. Y siguen, y siguen, sitios y gentes de ayer.

Gracias Galle.

Besos pa tos.

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