Dos de las mejores cosas que ya nos ha traído este año nuevo son el espectáculo Mitoaroa que ofreció Zetak en el Navarra Arena, con llenazo absoluto el tres y el cuatro de enero, y las campanadas de Broncano y Lalachus.

En Pamplona 30.000 personas abarrotaron el Arena y miles de espectadores más siguieron el concierto del sábado a través de ETB 2. Un mix explosivo de tradición, cultura de la tierra y música electrónica ¿por qué no? Y todo en euskera ¿por qué no? Y la gente disfrutando a lo grande ¿por qué no?

Esa misma actitud de hacer las cosas de otra manera, de mirar la vida de otra forma, es la que vemos en los creadores de La Revuelta y que hizo que la Nochevieja de La 1 se convirtiese en una fiesta divertida, un poco gamberra y bastante reivindicativa. Detrás de toda esa aparente improvisación hay mucho trabajo y buena gente con las ideas muy claras. Algo parecido es lo que hace también Zetak en su terreno. Pello Reparaz, el alma mater del grupo, tiene muy claro qué mensajes quiere lanzar a través de su música.

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Desde el principio ha reivindicado vivir y trabajar en Arbizu, su pueblo; componer en euskera, lanzando guiños también a otras lenguas minorizadas; rendir tributo a lo que fuimos para marcar el camino de lo que seremos y, sobre todo, orgullo y pasión. El momento en el que intervino el mítico y entrañable Erramun Martikorena, que hizo llorar a medio Arena, el bertso de Jagoba Arrasate, el guiño a Osasunbidea y la sanidad pública en general, la bandera palestina en el escenario o la invitación a pasarse por AEK a todas las personas que no conocen el euskera fueron mensajes hermosos y potentes.

Es bonito comprobar que se puede pensar a lo grande, con ilusión, y lograr que las cosas salgan redondas.