Cada uno tiene su propia percepción de los servicios sanitarios en función de su experiencia. Sé que hay quejas y gente muy indignada. Soy consciente de que estamos en plena ola de virus respiratorios y que los centros de salud y las urgencias se colapsan. Ya no temblamos por el covid que tiene una menor incidencia este invierno.

Me alivia volver a escuchar este año a Jesús Castilla, epidemiólogo de Salud Pública, quien sostiene que “cabe la posibilidad de que la covid-19 desaparezca”. Este año circulan otros virus respiratorios como el sincitial o el adenovirus y aunque estén vacunados de covid y gripe (y den negativo en los test de farmacia) nuestros mayores muchas veces se les complica cualquier resfriado lo que termina provocando infecciones en las vías bajas. Dicen que la situación se complicará en las próximas semanas teniendo en cuenta que se espera que se llegue al pico de gripe tras las vacaciones de Navidad que en la primera semana del año ya ha provocado 57 ingresos hospitalarios en Osasunbidea.

CENTROS DE SALUD

El miércoles, sin ir más lejos, la cola en el consultorio de Burlada a las ocho de la mañana era de traca. Porque además la población envejece y vive mucho más años con lo que ello implica. En este centro el sobre-envejecimiento (mayores de 85 años sobre el total de mayores) ronda el 18%. Lo sabemos quienes tenemos cerca a alguna persona que se acerca a los 90 y forma parte de ese grupo llamados crónicos y pluripatológicos.

En los últimos meses he recurrido al menos en seis ocasiones a los servicios de urgencias, bien por teléfono o presencialmente, acudiendo al complejo hospitalario, al centro de Buztintxuri o llamando al 112. El trato siempre ha sido magnífico, acertado y además tienen su propio circuito más ágil (tienen pegatinas de colores con el grado de urgencia). Detecto otros problemas. Por ejemplo las horas de espera en las urgencias centrales para conocer los resultados; el hecho de que los médicos y médicas de familia de cada paciente no puedan atenderlos en días o que la espera en especialidades como traumatología sea de meses cuando además hay dolores agudos. Y hay consultas privadas que lo saben.

Por otro lado no sé decir si estamos más sensibilizados o más atentos pero detecto que nos acatarramos con fuerza o durante más tiempo, seguramente porque nos relacionamos mucho más que hace apenas cuatro años. Los servicios de urgencia en Navarra ya atienden a más de 800 personas al día. Estoy segura que muchos de los jóvenes que acuden no son casos graves pero colapsan las urgencias de todas y todos.

Los centros de Buztintxuri, San Martín o Ermitagaña atienden los casos más leves pero los propios sanitarios reconocen que no se hace un buen uso. También es verdad que tras la pandemia asusta mucho la tos. A los de veinte no pero a partir de los cuarenta sí. Pregunto a un nuevo médico de Burlada –un chico joven, motivado, muy preparado, atento con pacientes y cuidadores y que explica lo que pasa con dibujos– si hay que terminar blindando a nuestros mayores como en la pandemia. Ni hablar, necesitan esa relación y ese cariño, responde categórico. Gracias Iñigo, mila esker!