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‘El Brujo’ que conocí

Recuerdo la consulta de Burlada abarrotada, Antonio detrás del mostrador con aquella linterna con la que te iluminaba el ojo... La rapidez con la que leía el iris...

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Probé aquellas hierbas que sabían a mata ratas. Mi madre (Mezkiritz, 1936) nos llevó de pequeñas a conocer a ‘Don Antonio’ para que nos mirara el ojo, decía que era muy bueno y adivinaba males que no sabías. La ama tenía relación con los del restaurante Loperena donde se quedaba a comer. Para entonces a ella que había sufrido varias infecciones de matriz que le habían provocado abortos naturales aquel tratamiento le hizo volver a “estar en estado”. Así es como nació mi hermana pequeña, cuando la ama ya había sobrepasado los 45 años y tanto ella como mi padre no habían logrado ampliar la familia tal y como deseaban.

Yo tenía entonces 13 años. Y por supuesto que aquel suceso maravilloso nos cambió la vida. Bromeábamos con que era la hija del Brujo. El aita se reía. Debieron ser muchas... Yo en realidad me lo imaginaba como los brujos y hechiceros de los cuentos, también con poderes maléficos que destilaban pócimas de las que salía humo. Aquel señor de mirada circunspecta tenía una linterna pequeña con la que te iluminaba el iris. Imponía. Te dedicaba unos pocos minutos tras la espera en una cola infinita. Recuerdo que tenía el intestino rápido y había que “limpiar” de modo que mi madre me obligó a tomar las infusiones de las hierbas que mezclaba y hervía en una enorme cazuela. Después destilaba el líquido en una botella que se guardaba en la cámara y de la que había que tomar tres vasos al día. Para mí era asqueroso!.

Más tarde, en mis comienzos en el periodismo (1995, Navarra Hoy) tuve curiosidad por entrevistar al célebre curandero pero no quiso. Pese a todo escribí un reportaje contando la peregrinación de Burlada y las más de 60 consultas diarias en la herboristería. La centralita llegó a colapsar las líneas telefónicas del vecinos polígono de Mugazuri. Por cierto que el 90% de las visitas repetía. La consulta en la que trabajaban 16 personas permanecía abierta desde las ocho de la mañana hasta las cuatro de la tarde. Los pacientes esperaban en la sala superior e iban bajando a la consulta en pequeños grupos siguiendo el orden de las letras que señalaba el mercado. A la entrada, un cartel prohibía el uso de cámaras o grabadoras. En la sala de espera se veían los botes antiguos de farmacia con etiquetas de romero, pino, orégano... Antonio Calvo permanecía detrás del mostrador con un rictus serio o quizás amargo por querer atender y ayudar seguramente a todos. Recibía al paciente y repasaba sus antecedentes antes describir los síntomas actuales y su origen. Después recomendaba el tratamiento que solían ser varias cajas de fitoterapia. Un vecino de Bakaikoa decía que las hierbas mejoraban su reuma...

Ese ‘Brujo de Burlada’ con fama de hacer milagros y sanar graves enfermedades trabajó hasta los 16 años como pastor y fue en el monte donde descubrió las propiedades de algunas hierbas y raíces. En este invierno especialmente duro me acuerdo mucho de aquella palangana amarilla donde mi madre mezclaba a mano las cajas del laboratorio San Antonio. Del eucalipto para los catarros en lugar del jarabe... Imagino los secretos que escondía la sierra Cadalso de Gata en Cáceres. Pastores que en el monte daban muérdago a las ovejas tras el parto pero, sobre todo, caminaban horas y horas, y respiraban aire puro.