Y además, es imposible, según filosofaba allá por los años 20 el pasado siglo un tal torero Rafael Guerra. Sentencia metafísica que perdura hasta nuestros días cuando se trata de pisar tierra y renunciar a ensueños. A estas alturas, parece quedar claro que la propuesta chocante de Arnaldo Otegi quedó en pura extravagancia.

Con el enésimo refrendo de su liderazgo, como salida de la varita mágica del III Congreso, Arnaldo Otegi dejó en el aire la madre de todas las propuestas: una lista única para Congreso y Senado, una lista “de Euskal Herria como nación” que además de a EH Bildu incluyera al PNV y a la que Arnaldo denomina Izquierda Confederal. No concreta el eterno dirigente independentista si fuera el partido proponente, o sea, EH Bildu, el que liderara esa original coalición de cara a España, ni siquiera menciona al partido cogobernante en Euskadi, en Nafarroa y en España.

Poco ha durado la incongruente propuesta ni siquiera en el interés mediático. Tanto el PNV como Sumar y Podemos pusieron sordina al invento y a día de hoy puede darse por desinflado. Los argumentos presentados por los invitados al anfitrión fueron tan de cajón como irrebatibles. Invitar a Sumar y Podemos a compartir listas electorales con el PNV es un absoluto despropósito, teniendo en cuenta que en toda ocasión que se tercie ambos partidos proclaman su intención de oponerse frontalmente a las políticas del partido jeltzale. Proponer al PNV compartir listas a las elecciones generales no ya con la izquierda de la izquierda sino incluso con quienes desde hace años intentan arrebatarles la hegemonía abertzale es otro disparate cuya respuesta negativa fue inmediata y fulminante.

La cuestión es adivinar cuál fue la verdadera intención del líder de EH Bildu al hacer esta propuesta. Evidentemente, queda claro que fue un brindis al sol y la respuesta estaba asumida de antemano. Puede que Arnaldo buscase quedar en la simple imagen de partido dialogante, a su buena disposición al pacto que tantos dividendos le aporta en las instituciones españolas, o amagar con una base para el nuevo estatus, o revivir irrealmente las ilusiones de un Pacto de Lizarra más que enterrado en el tiempo.

Resultó flor de un día. Tampoco puede decirse que EH Bildu entrase a debatir las razones que se le dieron para rechazar su oferta. En realidad, fue demasiado sencillo entender que semejante pacto electoral no podía ser cuando llevamos lustros de desencuentros, hostigamientos y arremetidas callejeras. Arnaldo lo propuso, recibió los portazos, fuese y no hubo nada.