El Casco Antiguo de Iruña sigue siendo un atractivo barrio residencial para un elevado porcentaje de la población. Así lo corrobora el mercado inmobiliario, que registra una potente demanda de compra y alquiler de vivienda. En sus calles hay tal variedad de pisos en cuanto a superficies y calidades que el abanico de precios es muy amplio dentro de la carestía general. El interés por residir en el centro histórico no esconde, sin embargo, la existencia de problemas casi tan viejos como el propio barrio.

Muchos de ellos fueron enumerados en el encuentro que representantes del Ayuntamiento celebraron el jueves con algunos de los 11.500 vecinos que habitan en estas calles. Como si el tiempo se hubiera detenido, se habló del exceso de ruidos, de la falta de un polideportivo, de la suciedad y molestias que genera la acumulación del ocio de la ciudad, de la crisis del comercio y, en definitiva, de un proceso de gentrificación que no se ha detenido ni con la prohibición de conceder más licencias para la apertura de pisos turísticos ni con la excepcional labor que hacen los colectivos vecinales por evitarlo. En resumen, no se pidió nada que no se lleve reclamando desde el siglo pasado, ni se reivindica ningún servicio que no se preste en otros barrios. Corresponde, por lo tanto, al Consistorio tomar nota de ello, si no quiere que la parte de la capital más valorada por propios y extraños se convierta en un inhabitable parque temático del ocio.