Ya están las redes ardiendo –es una frase hecha que lleva ya muchos años danzando: las redes arden. Ni crepitan, ni se inflaman, ni estallan. Arden. Cosas de la instalación del lenguaje que nadie sabe ni por qué ni cómo pero que ocurren– acerca de la previsión del tiempo para Semana Santa y Pascua. Las redes y algunos medios, claro, que ya informan del asunto. Por ahora no hay una previsión clara y los modelos apuntan hacia cierta inestabilidad, pero también a posibles ventanas de sol y buen tiempo, que es lo mismo que decir que está todo en el aire o casi. No es una cuestión baladí.
La porrada de miles de millones de euros que se mueven estos días no son tontería –casi siempre hay quejas de colectivos de hostelería y de agencias de viaje cuando hay previsiones negativas muy tempranas que desaniman al turista– y son muchos los que aún no han decidido si llevar sus huesos o no a alguna parte. Entre arriesgarse a darse un garbeo y encontrarse 4-7 días de agua o aguantar el agua pero en casa o cerca hay una diferencia considerable de presupuesto y más tal y como se ha encarecido el turismo desde la pandemia, así que las consultas a las previsiones por parte de quienes tienen la duda suelen ser constantes.
Otros tantos, en cambio, ya tendrán casi hechas las maletas, en la medida en que una Semana Santa tan tardía al menos sí que asegura que va a oscurecer una hora y pico más tarde que cuando toca en marzo y eso siempre es un aliciente a la hora de decidirse si salir o no de casa y largarse unos días, algo que habrían decidido hace ya semanas o meses.
Y luego están quienes jamás se largan en Semana Santa y disfrutan de la tranquilidad bien sea de su pueblo o del bajón de gente que se nota en la ciudad, ajenos por completo a si va a llover, nevar o salir el sol. Estos no andan estresados con las isobaras. Y luego dicen que el tiempo no es importante.