Elegir donde vivir no siempre es una opción. A veces no hay elección posible. Se queda en un deseo superado por la realidad. Tener un lugar donde vivir es un tema de primera necesidad, un derecho básico de las personas, que no siempre está cubierto. Y quizás sea uno de los momentos más importantes en la vida, cuando das el paso de vivir en tu propia casa, iniciar una vida nueva o retomar la que se tenía de manera diferente. Por eso en un momento dado no importa tanto el lugar como el hecho de vivir en eso que llamamos hogar. El acceso a la vivienda en nuestros días está muy complicado para gran parte de la población, para todas esas personas que ven como pasan los años sin tener opciones de una vivienda digna en alquiler o en propiedad. Las abusivas normas del mercado libre, con exigencias y precios que rozan lo inmoral, se juntan a la escasez de oferta pública, que no cubre ni la base de las necesidades de la sociedad. Tener una casa no debería nunca ser un lujo, sino un derecho. Tampoco tendría que ser un negocio. Ni cuestión de suerte. Por ello me genera dudas la idea de que las viviendas públicas en alquiler se adjudiquen por sorteo. Aunque sea una fórmula ya utilizada en otras zonas. Si son públicas se presupone que debe primar el criterio de necesidad, quizás con cambios respecto al actual, eso es verdad, porque es obvio que deja casi siempre fuera a determinadas capas de población, como los jóvenes con pocos ingresos que quieren vivir de manera independiente. Y también hay que probar fórmulas nuevas, ya que no hay una solución única a un tema tan complejo como el acceso a una vivienda. Pero dejarlo a la suerte, no sé. Yo creo que los derechos no se sortean. Y no debería ser algo tan excepcional que alguien pueda alquilar un piso protegido en función de sus ingresos. En otros países pasa. Se me hace raro que alguien espere que le toque una casa en un sorteo. Y si te toca, es casi mejor que la lotería. Creo que es más fácil que te toque lo segundo. Otra cosa es la compra o alquiler en el mercado libre. Aunque aquí también cada vez se puede elegir menos y no queda otra que adaptarse a lo que está al alcance. Últimamente se habla también de otro tema y es que muchas de las viviendas que se compran hoy en día se pagan con dinero procedente de herencias o con el respaldo familiar, algo que quienes no tienen ese arraigo difícilmente van a poder alcanzar. Lo que puede dar lugar a otra brecha entre quienes saben que tarde o temprano heredarán y podrán tener un piso y los que saben que solo cuentan con sus ingresos. Que se venda todo al poco tiempo de ponerse a la venta puede ser un indicativo de necesidad real, pero también de que hay sectores en nuestra sociedad con posibilidades económicas de invertir a pesar de que el mercado está en techos casi nunca vistos. Gente que en esto de la vivienda parece que tiene suerte, sin necesidad de sorteos.