Este periódico no publicó el pasado domingo fotos de Lenny Kravitz durante su actuación en el Navarra Arena. Sí se publicaron imágenes del público en ese mismo concierto puesto que el fotógrafo estaba acreditado y podía hacerlas, igual que pudo retratar a la estrella del rock sobre el escenario, solo que en este caso el artista impuso que antes de publicar había que mandarlas para que él y su oficina dieran el visto bueno.

Algo que se demoró durante 24 horas. Una especie de censura insólita y difícilmente aceptable que se suma a otros muchos impedimentos que de un tiempo a esta parte se encuentran los fotoperiodistas que cubren conciertos.

En el mundo de la imagen, donde miles de personas hacen fotos en su móvil para su difusión masiva en redes, se intenta impedir el trabajo profesional de quienes ya acreditan en cada actuación, a través de la firma de contratos, a veces abusivos, el uso responsable y profesional de las fotos que capten. Las productoras musicales y las grandes estrellas están impidiendo el derecho a la información.

Porque un concierto con miles de espectadores es en sí mismo un hecho noticiable. Ocurrió ya en Pamplona en el Navarra Arena en la actuación de Laura Pausini, en ese caso ni siquiera llegaron a acreditarnos y se decidió no publicar las fotos que pasara la productora. Llegó Manowar y tras muchas negociaciones se consiguieron 30 segundos de pase gráfico.

Menos de un minuto cuando lo normal son las dos o tres primeras canciones. Y vino Lenny Kravitz con sus nuevas exigencias. Y llegará pronto Bryan Adams y seguramente la historia se repita. O no, si somos capaces los medios de darle la vuelta exigiendo que se nos respete.