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El problema profes, familia y menores

El problema profes, familia y menoresARCHIVO

Pertenezco a una generación (X, la situada entre 45 y 60 años), una generación puente entre los valores más tradicionales y un mundo globalizado y digital. Dos mundos diferentes. Una generación testigo de grandes cambios y avances sociales importantes pero que creció bajo una disciplina más drástica y estricta. Bastaba una mirada del aita para saber que había que ir a limpiar el corral el domingo de madrugada aunque tocara jarana la noche anterior, y mucho más, pero sobre todo, había respeto y límites muy claros. Si te castigaban en clase la pregunta es qué es lo que habías hecho. Pocas veces por cierto. Padres a los que seguramente sufrimos más por sus carencias afectivas que las que vivieron materiales pero que nos enseñaron a trabajar y a ser independientes.

En el colegio había unas normas pero de casa íbamos casi siempre con la lección aprendida y educadas en el respeto. Todo esto viene a cuento de la carta de personal docente y no docente del colegio San Miguel de Noáin. Me sobrecoge porque demuestra que no se está valorando el trabajo que realizan desde las aulas muchos profesionales. Una carta que destila cansancio y hartazgo. Y un dato terrible: se han tenido que tramitar un total de 27 partes de agresión de familias hacia el profesorado. Si hay denuncias habrá mucho más detrás.

Es un tema complejo. Quizás crea en la vieja concepción de que en el colegio se enseña no se educa. Y que los pequeños y pequeñas se moldean principalmente junto a los referentes que tienen en casa. Siempre he creído que la educación viene de la familia y, por supuesto, también de la sociedad. y que si a un niño o niña le han ‘pegado’ (entiéndanme la expresión, hay grados de agresividad) en el patio es porque ahora hay más violencia entre ellos y ellas. También verbal.

Profesores con sus aciertos y sus errores pero que están mucho más sobrexpuestos a juicio que los padres y madres a los que nadie evalúa y que da la impresión de que tienen derecho a opinar sobre todo. Quizás estamos ejerciendo cierta sobreprotección sobre los menores que en realidad no les conviene.

Opinar o interferir en la labor de los profesores en lugar de buscar cómo mejorar aquello que está en nuestras manos como progenitores. Habrá que preguntarse la razón por la que muchos niños y niñas son más inmaduros que antes, menos autónomos, más tiranos y con más carencias de lenguaje y de comunicación. Niños a los que se dice a todo que sí, se les deja detrás de una pantalla y con los que no juega. Niños a su vez con más dificultades emocionales. Y a los que se cree cuando dan su versión.

Ni estoy diciendo que no haya profesorado mejor o peor pero sería bueno enfocarse en lo que cada uno puede cambiar de uno mismo, porque así todos mejoraremos. Pretender que los demás cambien algo y no hacer autoevaluación no vale. Me quedo con una frase de la carta: Si familias y escuelas remamos en la misma dirección el alumnado es el mayor beneficiado. En estos tiempos que corren y con una sociedad tan compleja y exigente, con tanta información, las personas con esta vocación merecen mi apoyo.