No es fácil tomar el relevo de alguien que lo ha hecho todo francamente bien. La responsabilidad y la comparación hace que, si las cosas no salen como se espera, todo se va al traste, todo son críticas y aparece una de las peores reacciones del público: las dudas. Aquí, en Iruña, ha pasado con el fútbol, con Osasuna. Las cinco temporadas del anterior entrenador (Jagoba Arrasate) han dejado tal poso que el actual (Vicente Moreno) ha tenido que cargar con todo tipo de comparaciones. Y eso no es justo porque cada cual es como es. Vamos, como le parió su madre.

Carlos Alcaraz ha tomado el relevo de Rafa Nadal en el tenis de este país. Con el balear estábamos acostumbrados a un tenis sin fallos, sin locuras. Vamos, de carril único. Siempre serio, siempre levantando la derecha contra el revés del contrario, siempre en su sitio, siempre sensato, siempre metiendo la pelota en el otro lado de la red, siempre llegando a pelotas imposibles, siempre sin salirse de las líneas. Siempre, siempre, siempre… Y todo eso con esa cara tan seria que ponen los tenistas porque están, de alguna manera, sufriendo.

Alcaraz no va por ahí. El murciano es distinto a Nadal. Y a todos. Y todos los días se le compara. Pega con su derecha como si fuera la última de su vida, corre a todas las pelotas sin dosificar esfuerzo, se la juega con golpes inimaginables, hace dejadas desde media pista, desde el fondo, paralelas, cruzadas… y todo esto como si la presión no existiera y con buena cara. Pero las cosas podrían no ir del todo bien porque el tenis, nos guste o no, es un deporte en el que la mínima distracción puede costarte caro. La concentración es algo fundamental en un tenista. No se puede triunfar sin la base de la concentración desde el primer punto del primer juego del primer set, pero estamos hablando de un tenista que con 21 años ya ha ganado ¡¡¡4 Grand Slam!!! Y eso sin poner la cara tan seria como los tenistas de toda la vida: o sea, sin excesiva concentración y sin ese rictus de sufrimiento, con una concentración que tal vez no se nota en el gesto, aunque sí en los resultados.

Pues aún estaremos años y años con las comparaciones, que si Rafa hacía esto, que si Alcaraz no lo hace, que si aquél era mejor… pero el murciano, si ha triunfado haciendo lo que hace, el día que consiga más control emocional puede batir todos los récords del tenis mundial. Sí, todos. Su reto no es imitar a su antecesor, sino construir su propio camino. Pero hoy por hoy cargará con todo tipo de comparaciones. Y es que, como el bueno de Vicente Moreno, Alcaraz es como es. Vamos, como le parió su madre.

El autor es entrenador nacional de tenis.