El Primero de Mayo sigue siendo una jornada de reivindicación, pero también de reafirmación del cuerpo sindical muy alineado con el carácter de agente sociopolítico que domina la acción de la representación de los trabajadores. La división de las siglas contribuye a la reivindicación de las propias, aunque también permite diferenciar determinadas características específicas en los mensajes. Hoy es un día en el que la justa reclamación de las condiciones laborales dignas no debe perder empuje por el hecho de que éstas no sean comparables a las del pasado. La mejora es una aspiración legítima y los marcos para propiciarla demandan la corresponsabilidad de todos los agentes económicos y sociales. En ese sentido, hoy es día de eslóganes y de poca profundidad en el diagnóstico. La apelación debe tener su espacio, pero va haciendo falta revisar los conceptos de clase si no se quiere que queden trasnochados. La lucha de clases, tan propia del último tercio del siglo XIX y los dos primeros tercios del XX, precisa de una actualización en el XXI. Cuando hablamos de las principales reclamaciones sindicales, no estamos en el marco de un conflicto sino de una colaboración. La estrategia para la consecución de objetivos que se limite a confrontar y dividir la sociedad tiene corto recorrido en tanto la propia sociedad es mucho más diversa que la consideración de una clase trabajadora y una capitalista. Hoy, el papel del poder público es el de la representación de los intereses colectivos de la sociedad y no de un aparte de ella. Basta con repasar los nuevos emblemas de la lucha sindical para entender que la reducción de jornada hacia las 37,5 horas semanales no es comparable a las del pasado. Igualmente, los sistemas productivos no tienen una única estructura de inversor capitalista sobre fuerza de trabajo. Hay cooperativas, sociedades laborales, pequeñas y medianas empresas, autónomos, multinacionales, empresas públicas y funcionarios y la tabla rasa de las soluciones no la definen las posturas extremas. Hay un marco de asistencia social basada en la solidaridad colectiva y la necesidad de mantener todo el entramado creando riqueza. Los sindicatos son capitales en un modelo de representación de intereses laborales, pero también en la estabilidad que aporta más rendimiento socioeconómico que el conflicto.
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