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Con acento europeo

Jesús González Mateos

El apagón en un país de memes

El apagón en un país de memesE.P.

En el país donde los memes corren más rápido que la electricidad, el apagón del pasado lunes nos dejó a oscuras… literalmente. Sin luz, sin internet y sin una sola explicación convincente que iluminara la situación. Cuando todo empezó lentamente a volver a la normalidad, los grupos de WhatsApp se inundaban de bromas sobre extraterrestres, gobiernos distópicos y tostadoras rebeldes, pero lo cierto es que, a día de hoy, la información oficial sigue siendo tan escasa como los datos móviles durante la caída. Y aquí es donde los medios de comunicación serios, los que contrastan, investigan y no comparten capturas de pantalla dudosas, deberían ser imprescindibles: para dar claridad donde otros solo ofrecen likes.

SIN LUCES Y SIN COMUNICACIONES

El lunes 28 de abril, a partir de las 12.33 del mediodía, miles de ciudadanos en diferentes puntos de España comenzaron a experimentar interrupciones eléctricas y caídas generalizadas en los servicios de telefonía móvil e internet. Madrid, Valencia, Zaragoza, Sevilla, parte de Galicia y algunas zonas rurales quedaron parcial o totalmente desconectadas durante varias horas. Aunque Red Eléctrica emitió un escueto comunicado atribuyendo el fallo a un “incidente técnico puntual” en la red de transporte, y algunas operadoras de telecomunicaciones hablaron de “ajustes imprevistos en infraestructuras críticas”, la falta de una explicación clara y unificada ha alimentado la desconfianza. Pasados días, no hay un informe oficial detallado que explique por qué fallaron, simultáneamente, sectores clave del sistema.

¿FALLOS TÉCNICOS O VULNERABILIDAD SISTÉMICA?

Más allá de lo anecdótico, el suceso plantea interrogantes serios sobre la resiliencia de las infraestructuras críticas del país. ¿Fue realmente un fallo técnico aislado? ¿Por qué se vieron afectadas tanto redes eléctricas como telecomunicaciones en diferentes puntos sin conexión aparente? ¿Hay una vulnerabilidad compartida que no se ha comunicado al público? ¿Debía el gobierno haber hecho caso de la recomendación de Bruselas de tener al menos un nivel del 15% de interconexiones europeas? ¿Ha habido algún ciberataque encubierto, como ya ocurrió en otras naciones europeas en años recientes? La opacidad de las instituciones solo agrava el problema. Los ciudadanos no solo tienen derecho a saber qué ha pasado, sino que necesitan certezas sobre la solidez del sistema que garantiza su día a día. No basta con restablecer el servicio: hay que explicar qué falló y qué se hará para evitarlo.

MEDIOS VERSUS DESINFORMACIÓN

Mientras tanto, las redes sociales —ese terreno fértil para la paranoia creativa— hicieron su agosto en abril. Las narrativas más disparatadas, desde conspiraciones globales hasta fallos provocados por ensayos militares secretos, encontraron eco en grupos y canales de mensajería sin filtros. Ante ese ruido, se hace más urgente que nunca reivindicar el papel de los medios rigurosos. Los periodistas no pueden competir solo en rapidez, sino en profundidad, credibilidad y capacidad de análisis. Cuando las instituciones no hablan o hablan a medias, es deber de la prensa seria investigar, preguntar y contrastar. Porque si no, seguiremos siendo el país donde el apagón informativo impera y la desinformación se queda a vivir en un país de memes y memos.