De Ororbia a Milán
Lina nació el 7 de mayo de 1928 en la localidad de Ororbia (Olza), muy cerca de Iruñea. Su padre, el pamplonés Emilio Huarte-Mendicoa Vidaurre, era médico ginecólogo, mientras que su madre era la joven madrileña María Pilar Gerona Almech. El matrimonio fijó su residencia en Pamplona, en la avenida de Carlos III nº 13, y tuvieron cuatro hijos, llamados Emilio, Lina, Pilar y Concha. La muerte del padre en 1943 marcó un cambio en la trayectoria vital de la familia, puesto que Mª Pilar decidió regresar a Madrid, llevándose a sus hijos. De esta manera Lina, que había comenzado su formación musical en Pamplona, continuará sus estudios en Madrid con Eladio Chao y Carlota Dahmen, marchando luego a estudiar a Milán, de la mano de la soprano catalana María Llopart. Allí sería compañera de curso de Alfredo Kraus, con quien entablaría una amistad que duraría toda la vida. En 1949 se presentó a un prestigioso certamen internacional de canto celebrado en Madrid, ganando el primer premio con una interpretación de La Traviata de Giuseppe Verdi, y muy poco después la prensa local pamplonesa (El Pensamiento Navarro, 12-8-1949) da cuenta de un recital en directo para Radio Requeté de Navarra. En enero de 1950 y cuando cuenta 22 años, Lina se casa con un joven barítono vizcaíno, llamado Esteban Astarloa, a quien había conocido tres años antes, en 1947. El matrimonio tendría dos hijos, llamados Ignacio (1955) y Esteban (1966).
Una década de triunfos
Los 50 van a ser para Lina años de éxitos. Su presentación oficial en Pamplona se produce en enero de 1950, cuando interpreta La Traviata de Verdi en el Gayarre (Diario de Navarra, 17-1-1950), y en julio de aquel mismo año regresa para amenizar la inauguración del monumento a Gayarre en la Taconera. También por la prensa de la época sabemos de su actuación en el Teatro Lope de Vega de Madrid, en marzo de 1951, con la Novena Sinfonía de Beethoven. En 1952 realiza una gira de tres meses por Argentina y Uruguay, y en julio participa en un recital ofrecido por el general Franco al cuerpo diplomático, compartiendo velada con estrellas de la época como Paquita Rico o Luis Mariano. En septiembre se entrevista con el alcalde de Pamplona, Javier Pueyo (Diario de Navarra, 23-9-1952), para cerrar una serie de actuaciones los días 12 a 15 de noviembre. En un abarrotado Gayarre, Lina comparte escenario con el barítono italiano Otello Bersellini, interpretando La Traviata, y terminará el año triunfando en el teatro Álvarez Quintero de Sevilla en diciembre.
En 1953 vuelve a Pamplona para participar en un festival benéfico organizado por la denominada Asociación de Señoras para el Mejoramiento Moral y Social de la Clase Obrera, y en el desaparecido Coliseo Olimpia interpreta obras de Mozart, Puccini, Verdi, Granados, Turina y Rodrigo. Del año 1954 destacaremos su gira americana, que le llevó en primer término a Buenos Aires, donde obtuvo un clamoroso éxito. Un crítico bonaerense sentenciaría que “Lina ha sido cantante, según todas las propiedades, desde el día que nació. El ámbito de su repertorio revela la extensión inusitada de su órgano vocal...”. En crónica recibida en la redacción de El Pensamiento Navarro (21-3-1954), se especificaba además que cada día se sucedían los llenos en el Teatro Avenida de Buenos Aires, y se aseguraba que a continuación marcharía a Montevideo, donde tenían un contrato de tres meses.
En 1955 actúa de nuevo ante Franco en el palacio de La Granja de San Ildefonso, junto a artistas como Marujita Díaz, José Luis Ozores, Carmen Sevilla y Juanita Reina, y en 1956 inaugura el teatro de la Zarzuela de Madrid, interpretando Doña Francisquita con la compañía de José Tamayo y compartiendo escenario con Alfredo Kraus. El éxito fue enorme, y la obra siguió en cartel durante seis meses. Al año siguiente vuelve a La Zarzuela para interpretar María Manuela de Moreno Torroba, y luego viaja a Vitoria para cantar El Caserío del gasteiztarra Guridi, actuando también en el Victoria Eugenia de Donostia. En 1958, y con motivo del 50 aniversario de la muerte del compositor Federico Chueca, participa en un homenaje celebrado en la Zarzuela, bajo la dirección de José Tamayo, y ese mismo año volverá a actuar en un abarrotado Gayarre, interpretando obras de Mozart, Strauss, Rodrigo y Turina junto a la Orquesta Santa Cecilia, dirigida por Luis Morondo. Lina culminará esta década de éxitos interviniendo en la película Gayarre (1959), con Alfredo Kraus en el papel del tenor roncalés. Según su biógrafo Oscar Salvoch, el rodaje pilló a la diva actuando en Sevilla, interpretando Las golondrinas del maestro donostiarra Usandizaga, y para su trabajo en la película viajó en el día a Madrid, grabó su actuación y regresó a Sevilla. La película, dirigida por Domingo Villadomat, y con Lina en el papel de la cantante Adelina Patti, cosechó un éxito enorme.
Los difíciles 60
En 1961 debuta en Italia, cantando la ópera L’amico Fritz en el Teatro Sociale di Como, y viaja luego por diversas ciudades del Estado, con la compañía de César Mendoza Lassalle, pero en mayo sufre un gravísimo accidente, al colisionar su coche contra un camión. Su marido y su hijo resultaron gravemente heridos, y ella misma sufrió una fractura de cráneo de la que le costó muchísimo recuperarse. A partir de aquel momento las noticias sobre Lina comienzan a espaciarse. En septiembre de 1962 vuelve al Gayarre para cantar El Caserío de Guridi y Katiuska de Sorozábal, compartiendo escenario con su marido Esteban Astarloa. Al año siguiente regresa a La Zarzuela en abril y julio, para cantar Maruxa de Luis Pascual Frutos y Doña Francisquita, bajo la dirección de José Tamayo, y viene luego a Pamplona para un festival en la plaza de Toros. En la crónica firmada por Carlos Echeveste (Diario de Navarra, 26-7-1963), el crítico se quejaba de la poca atención a su paisana, y poco después, en entrevista concedida a Joaquín Jiménez (21-1-1964), Lina manifiesta con cierta tristeza que la falta de contratos le había obligado a desatender la ópera, dedicándose sobre todo a la zarzuela. Y profetizaba el declive del arte lírico por la irrupción del cine.
Últimos años
Parece que con el paso de los años Lina se fue desengañando del mundillo del espectáculo, que consideraba lleno de envidias, intrigas y manejos ocultos. Finalmente, tras una actuación en Valladolid el 7 de enero de 1970 anunció su retirada definitiva, estableciendo su domicilio en Madrid y dedicándose a la docencia durante los siguientes años. En 1997 morirá Esteban, su marido y compañero de carrera musical, y Lina fallecería el 9 de noviembre de 2017, cuando contaba 89 años. Con ella desaparecía una soprano que, según escribía en 1952 un crítico de ABC, poseía “una voz extensa, flexible y de gratísimo timbre en todos los registros, que brilla en los agudos”, añadiendo que “domina el filado y la floritura, y es dueña de una clara dicción”. Juicio que se completaba aquel mismo año en El Pensamiento Navarro al afirmar el crítico que “Lina une además a su encanto escénico una gran escuela de emisión, que se pone de manifiesto en sus agudos, ampliamente sonoros”. Conforme a esa indiscutible categoría, la navarra compartió escenario con los mejores de su tiempo: Ana María Iriarte, Alfredo Kraus, Pilar Lorengar, Toñy Rosado o Teresa Berganza, y fue dirigida por grandes como Ataúlfo Argenta, José Tamayo o Federico Moreno Torroba. Actuó en teatros de Italia, Inglaterra, Portugal, Argentina, Chile y Uruguay, y recibió importantes galardones como el premio a la Interpretación Lírica (1957) y la Medalla de Oro del Círculo de Bellas Artes (1958). Finalmente, su obra ha quedado registrada en una amplia fonoteca, además de la ya mencionada película Gayarre (1959).