No sé calcular el número de carreras que pueden organizarse por aquí, y en cualquier otro sitio, desde que empieza el llamado buen tiempo. Es llegar la primavera y ver gente trotando en todas direcciones, en diferentes distancias y por mil causas. Sin ir más lejos, este viernes se celebró la sexta edición de 3 Burgos-3 Millas, la prueba que recorre plazas y calles del Casco Viejo de Pamplona y en la que se dieron cita miembros del AZ Kluba –el club de un barrio que carece de instalaciones y casi espacios para las prácticas deportivas– junto con otros aficionados y vecinos entusiastas, hasta un total de 450 personas (42%, mujeres). Todo ello sin olvidar a los 150 chavales que disfrutaron de este deporte a su medida.
Diría que correr era lo de menos, pero más de un participante me levantaría el dedo tras culminar los 5 kilómetros con sus muchas cuestas, entre el calorón y un polen que el viento volvió loco. Pero sí que es más que una competición. Es un motivo de encuentro de gentes del barrio, una convocatoria –pasadas las 8 de la tarde con idea de no entorpecer al comercio ni al transporte público– que ofrece un número de dorsales limitado para evitar una de las muchas masificaciones que la zona soporta, que apuesta por no generar residuos... Una carrera más, pero diferente.