A pesar de que las noticias parecen abocarnos a una catástrofe inminente, los ritmos del planeta se suceden marcando otro paso, estable, seguro. Así que este fin de semana pasado hemos inaugurado el verano boreal, en el mismo momento que en el otro lado del mundo comenzaba el invierno austral. Es lo que tiene vivir en un mundo redondo y no plano, aunque haya gente que parece no haberse enterado. Y este final de junio nos trae un año más el recuerdo de Stonewall y de los derecho que las personas pierden por tener una afectividad u otra, por expresarse más allá de lo binario o lo normativo, por defender su identidad como personas más allá de clichés y de armarios. El otro día disfrutaba en ese espacio de libertad y cultura que es la biblioteca de la Txantrea con el proyecto fotográfico y poético de Daniel Otegui sobre el orgullo de expresarse como une se siente. Uso la terminación E con intención de que se note, como él usa la Q de queer en el título de su exposición WOQE, os la recomiendo, aún se puede visitar. Estuvimos allí hablando de que lo que se ha ido consiguiendo, lo que vino de la protesta y la explosión de Sylvia Rivera y Marsha P. Johnson en 1969 y los derechos que ahora son una realidad. Y de cómo hay fuerzas ultra que quieren eliminar todo eso de un plumazo.

Por el contrario, la ciencia, que es necesariamente no binaria, se ha ido saliendo de su conservadora visión que mantenía un sistema heteropatriarcal y se muestra reivindicativa y orgullosa. Este jueves 26, en la Escuela Navarra de Teatro, vamos a estar hablando de ciencia, con orgullo y con memoria, convocados por la asociación PRISMA y el Ayuntamiento de Pamplona. Esta semana es la del orgullo, la de la lucha que sigue haciendo falta. Es verano ya.