Donald Trump y la UE han sellado un acuerdo sobre aranceles que supondrá un gravamen del 15% para la mayoría de las exportaciones de la UE a EEUU (similar al alcanzado con Japón). Desde el pasado abril, Estados Unidos impone a las exportaciones europeas un arancel mínimo del 10%, que en un principio anunció del 20% pero que redujo a la mitad como una señal de tregua en esta guerra comercial –de casi una década– para negociar un acuerdo con la UE.
Von der Leyen, sin poder ocultar su resignación con el resultado, aseguraba que es “el mejor acuerdo al que podíamos llegar” en momentos de incertidumbre sin duda. Y que garantiza “estabilidad” para sectores claves como los automóviles, los componentes y los semiconductores e incluso el sector farmacéutico aunque queda excluido de momento de la negociación. Un acuerdo a regañadientes que habrá que ver en qué medida repercute en el tejido económico de la UE o en la subida de los precios.
Se habla además de “aranceles cero por cero” en áreas estratégicas como aeronáutica, ciertos productos químicos, genéricos, equipos de semiconductores, algunos productos agrícolas, recursos naturales y materias primas esenciales. Y se introduce la idea de “seguridad energética” para reducir la dependencia del petróleo y el gas rusos, y la compra de energía a Estados Unidos (gas licuado y combustible nuclear estadounidense por valor de unos 640.000 millones de euros durante tres años), además de otras compras en equipamiento militar. Adquisiciones que no obstante producen cierto vértigo en un gobierno en manos de Trump y con dos guerras abiertas. Sobre todo cuando es Trump el que hace alarde de esa nueva dependencia.
Alemania a su vez respira por el fin de la guerra comercial para el sector automovilístico. Nadie duda que la negociación no ha sido fácil (te doy esto a cambio de lo otro) y que se ha ido con cuidado para no ofender al mandatario que por cierto, recibió a la líder europea en el marco de un viaje personal a Escocia, donde tiene uno de sus dos complejos de golf en este país, es decir, con intereses privados de por medio. A partir de ahora, a otra cosa. Entre otras, profundizar con los nuevos acuerdos comerciales que Europa ya está firmando con otros países como Indonesia, México o India. Con los desafíos industriales que tiene entre manos la UE como la transición a la movilidad eléctrica, la competencia global, los retos tecnológicos y la necesidad de adaptarse a las nuevas regulaciones de emisiones.