Se le ha alegrado el verano al PSOE, tan necesitado de alivios, con la estrafalaria decisión del Ayuntamiento de Jumilla de impedir el rito musulmán en el polideportivo municipal. Es tan evidente el desafuero constitucional perpetrado por Vox y secundado vergonzantemente por el PP en ese ayuntamiento murciano, que ha dado y dará mucho juego en este tórrido verano sobre todo después que la Conferencia Episcopal Española –nada menos- se pronunciara contra el apartheid del culto musulmán.

En base a no se sabe qué encuestas, se da por hecho que la masa de católicos integristas –que son aún miles… o millones- son votantes del partido liderado por Santiago Abascal. Hay quien cree, también, que el pronunciamiento de la Conferencia Episcopal a favor la libertad de culto de los musulmanes habrá llevado al arrepentimiento a los católicos integristas y creado un serio problema a la ultraderecha que, -eso sí que parece Verdad- se dispara en las encuestas.

Pues no. En primer lugar, porque a los católicos integristas se la bufa el Gobierno de los obispos españoles y sólo acepta sus decisiones si están de acuerdo con su credo inamovible,. Cosa por otro lado, que suele ser casi siempre. Vale, es cierto que Abascal ha topado con la Iglesia, circunstancia que le inquietaría si el líder ultra se hubiera tomado en serio alguna vez el criterio de una Iglesia que no fuera de su cuerda. Él, que se refería al Papa Francisco con un despectivo “ciudadano Bergoglio” dejando claro que ni él ni su partido comulgaban con los signos aperturistas del fallecido pontífice argentino.

Quien sí ha topado con la Iglesia, en el peor sentido del topetazo, es el Partido Popular que, empeñado por necesidad en mantener el pacto con Vox allá donde toque va del bracete con la ultraderecha arriesgándose a riesgo de hocicar en su estercolero ideológico y político. Es posible que la dura decisión de los obispos, apelando a la libertad religiosa e incluso a la Constitución haya provocado cierta desazón entre los miles –o quizá también millones- de católicos “normales” para quienes todavía un obispo es un obispo y todos ellos unidos en Conferencia son la voz y la conciencia de su catolicismo. No obstante, a quien en realidad afecta el topetazo es a Feijóo, que estaba tan feliz en sus vacaciones y de repente se le vuelve en contra su mejor aliado, la representación del catolicismo español medio, su masa de votantes.

Como era de esperar, el PSOE se frota las manos con este nuevo e inesperado refuerzo contra el PP. Nada menos que los obispos, que le alivia un poco en la agobiante situación que arrastra desde hace meses. Podrá Pedro Sánchez apelar al dudoso argumento de “hasta los obispos están contra ti, Feijóo”. Y en realidad, a efectos dialécticos no deja de tener su fuerza mediática de desgaste para un PP por su pacto con Vox, cada vez más crecido en su deriva fascista. Pero, ya pisando suelo y siendo realistas, cada vez tiene menos de amenaza aquello de “con la Iglesia hemos topado, amigo Sancho”, ya que en sus pronunciamientos se trata de la Iglesia oficial, acomodada, huidiza, alejada de las realidades sociales y que aún no ha sido capaz de reconocer y reparar sus responsabilidades y complicidades en los múltiples casos de pederastia.