Hay un famoso futbolista del Atlético de Madrid, Marcos Llorente, afirmando esta semana que cree en la teoría de que las estelas de hielo por condensación de vapor que dejan los aviones en zonas altas son en realidad estelas químicas que nos lanzan los gobiernos o entes privados o sectas a fin de, no sé bien, enfermarnos, controlar el clima, diezmar a la población o, ya digo, no sé bien.
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Vamos, una de las más extendidas teorías conspiratorias o, cuando se mencionan críticamente, consparanoicas. El hombre también se hizo famoso en su día al afirmar que tomar el sol sin protección solar no es problema alguno y, claro, rápidamente se le echaron encima quienes tratan melanomas de piel cada dos por tres y toda clase de expertos y eminencias. Da igual.
Hay gente que, por el motivo que sea, está diseñada para creerse esta clase de historias y se las va a creer oiga lo que oiga. Este es hijo de aquel extremo supersónico que debutó en el Atlético y que luego pasó al Real Madrid y que cambiaba los partidos con su velocidad, Paco Llorente, y a su vez sobrino nieto del mítico Paco Gento.
Bueno, tiene que haber de todo en las familias, igual calientan la comida al sol para que no se pierdan las propiedades en el fuego o yo qué sé. Porque imagino que empezar con esto de las teorías conspiratorias y no parar tiene que ser todo uno. Y anda que no hay cosas de las que dudar. De hecho habrá más cosas de las que dudar de las que fiarse. Fijo.
Y si se te empiezan a meter esas ideas en la cabeza ya me da a mí que coges carrerilla y te enganchas al listado completo -en wikipedia hay listados extensos de estas teorías, de las cuales la que más me impresiona a mí es lo de la tierra plana, me maravilla- y en realidad te crees un 2% de lo que pasa ante tus ojos. Bueno, mientras no se haga mal a nadie, tampoco es problema, que tiene que haber gente para tó, que dé salsilla.