Bueno, ya quedó claro que el poder en el Ayuntamiento de Pamplona no estaba por iniciar el proceso que fuera para permitir siquiera como opción el derribo de los Caídos, argumentando una imposibilidad jurídica que a saber si era tan cierta como rocosa. El caso es que, salvo Contigo, que mostró su disconformidad, los otros tres grupos con mando en plaza –Bildu, Geroa y PSN– se agarraron a esa situación para promover un pacto que llevara a la resignificación, que no es otra cosa que tratar de vestir a un santo que no lo es.

De ahí, un Comité de Expertos –horrible palabra– ha diagnosticado que se instale un Museo Memorial –vamos a tener algo parecido en Rozalejo. Confío en que al menos en Rozalejo nos cuenten cosas de la ETA, no vaya a ser que la memoria se acabe en 1958. Y del Gal, claro, de la tortura. De todo y sin medias tintas– y que se transforme la cúpula. De ahí, el Ayuntamiento tiene que convocar el concurso de ideas para elegir la que más guste, pero, ya sabemos, ninguna podrá contemplar la eliminación total del edificio levantado por el bando franquista y golpista para mayor gloria de sus muertos y solo de los suyos en una tierra en la que no hubo frente de guerra y sí más de 3.500 navarros asesinados y otros muchos torturados y encarcelados.

Un edificio que no ha servido para nada a la comunidad en casi 75 años, que ha cerrado de mala manera una parte clave de la ciudad y que no va a poder ser derribado por vaya usted a saber qué clase de entelequias jurídicas que el ayuntamiento no quiere tener el ánimo de comenzar aunque sea lentamente a desmontar para que jurídicamente el derribo sea al menos una de las opciones posibles. Nada, a resignificar, a resignificar, ¡que la tierra es tuya y mía y de aquel, de Pedro y María…! Pero por ahí, claro. Por mi se pueden ahorrar todo el dinero a gastar, la verdad.