"Quiero que Lodosa siga oliendo a pimientos”, reivindicaba ayer una vecina tras la manifestación convocada en Iruña para pedir una moratoria a las plantas de biometanización en pueblos de Tierra Estella y Ribera Alta. El Parlamento debate precisamente el jueves la propuesta de paralizar aquellas que traten más de 10.000 toneladas al año de residuos y que ha sido presentada por Contigo-Zurekin, Geroa Bai y EH Bildu.

La presión vecinal ya ha logrado que el proyecto de Mélida fuera rechazado por el Ayuntamiento esta misma semana y no sorprende que el vecindario recele de la “salud” de terrenos y acuíferos donde ahora se cultivan pimientos, espárragos y de donde se obtienen “los mejores vinos y aceites de Navarra” (Ángela Marín, de Viana). Que les preocupe el traslado por carretera de miles de toneladas de residuos (estiercol) o que se vean los fangos entre las alternativas de desarrollo para muchos pueblos en declive.

Cuando sobre la mesa de las administraciones hay más de una docena de proyectos empresariales surgen demasiadas preguntas: ¿Tenemos o vamos a tener tantas explotaciones ganaderas para dar salida a este volumen de residuos? ¿Son viables estas plantas sin ayudas públicas? ¿Terminarán tratando basura orgánica de las ciudades? Dicen que en Soria el paisaje rural de ganadería y campos de cultivo ha dado paso a otro industrial, mucho más triste, que forman los parques fotovoltaicos y eólicos, las macrogranjas y las plantas de biogás.