Es esta una ciudad en la que quitas una baldosa y se monta. Si la baldosa, además, llevaba ahí más de 10 años lo mismo que pedir permiso a Príncipe de Viana, a la legislación local y nacional desde 1633 y luego ya encomendarte a que no salgan coordinadoras en uno u otro sentido. Ha pasado con tantas pequeñas y grandes iniciativas que hacer una lista nos ocuparía la columna, pero basta señalar que la última es el cambio de uso de la carretera de la Universidad, que ha pasado de dos direcciones a una sola y que ha sido pintada con rayas curvas en lugar de rectas para que la sensación de los conductores sea de que tienen que ir despacio, lógico si se quiere que sea una carretera con mucho uso de bicis y con una velocidad máxima de 20 por hora. Lógicamente, no soy experto en tráfico urbano, pero imagino que si el volumen de coches que usaban la carretera ha bajado de 9.000 diarios a 2.800 esos 6.200 no se han quedado en casa y habrán utilizado otras vías de acceso.

¿Se han congestionado esas vías? Supongo que los responsables de los cambios estudiarán también la afección que estas variaciones de tráfico tienen en las calles y alternativas adyacentes y que todo se hace con unas previsiones que no por mejorar una zona signifique impepinablemente empeorar otra hasta determinados extremos. Eso es lo que se supone. Lo que salga, solo el tiempo lo dirá. Lo obvio es que la carretera de la Universidad siempre fue una carretera incómoda, peligrosa y difícil, pero no es menos cierto que para quien venía de Barañain o de Cizur era una gran alternativa para llegar a casi avenida Zaragoza sin apenas pisar la ciudad. De ahí que también sean lógicas las quejas de Cizur y Barañáin. Pero al final lo que acabará contando es el resultado global en base al objetivo, que no es otro que ir haciendo más humano el tráfico de toda la ciudad aún a costa de cambios que de primeras incordian.