Puede parecer el guion de una serie de televisión o el argumento de una novela futurista que describen un mundo distópico con una sociedad humana rota. Pero es real. Es otro ejemplo de la cruda maldad de este presente. La Fiscalía de Milán investiga una trama que viajaba de ocio a Sarajevo durante la guerra de los Balcanes para participar en la caza y asesinato de seres humanos. Sarajevo estuvo sitiada durante cuatro años, tiempo en el cual fueron asesinadas más de 12.000 personas, muchas de ellas civiles y una buena parte niñas y niños.
Desde las montañas que rodean a la histórica ciudad bosnia, los francotiradores de las milicias serbiobosnias masacraban a los civiles. A esas mismas montañas viajaron cientos de occidentales durante años para participar en aquella cruel masacre. Pagaban fortunas por disparar a seres humanos. La tarifa de la pieza –les llamaban safaris humanos–, aún era mayor si las víctimas eran niños. Personas adineradas italianas, francesas, alemanas, canadienses, estadounidenses, rusos y también españoles. Abogados, empresarios, directivos... que practicaban el mal con total indiferencia, como una aventura más de un fin de semana de fiesta para ricos a cambio de una simple transacción económica. El mal como negocio. Nada personal con sus víctimas, solo negocios.
Nadie los ha investigado ni procesado aún, pero la denuncia del periodista Ezio Gavezzani, ha abierto una primera puerta en Milán que es de esperar que no sea la última. Es imposible de imaginar siquiera el aspecto físico, el comportamiento, los comentarios, el paso del tiempo allí en las montañas, quizá entre risas ante los aciertos o los fallos, de esos tipos. Refleja un nivel máximo del mal que siempre ha acompañado a la Humanidad. Asesinar a humanos indefensos, sitiados, hambrientos, sedientos por placer. Pagar por ello y cobrar por organizarlo. Está fuera de la capacidad de entendimiento de la mayoría de las personas, creo. Aunque quizá acaben llegando, si no los hay ya, grandes fondos para invertir en la maldad como un negocio más. Y es posible que conozcamos a alguien dispuesto a no renunciar a esa inversión si le garantiza buena rentabilidad. Es el lenguaje de moda hoy entre los más resabiados en esto de la economía y el dinero. Es el camino por el que pretender llevarnos en manada.
Y si se piensa bien, hay pocas diferencias con las imágenes que estamos viendo de soldados israelíes disparando a indefensos niños y niñas palestinas. O las que ofrecen las distintas milicias de mercenarios disfrazadas de grupos islamistas, armadas, reclutadas y pagadas por Occidente y las dictaduras del golfo Pérsico, que arrasan países, derriban gobiernos, asaltan, violan y asesinan también a miles de personas indefensas y acorraladas, también ahora en varios países de África para tumbar sus gobiernos y seguir robando su riqueza. Cambia que unos echan mano del dinero para convertir el mal en algo indiferente y otros lo hacen utilizando consignas mesiánicas y fanáticas religiosas, además del dinero, como justificante del ejercicio del mal también como algo indiferente. Tengo la sensación cada vez más firme de que todo el sistema de valores, derechos, deberes, libertades y la misma civilización como tal construido en los últimos siglos se está deconstruyendo a pasos agigantados. Y no pasa nada.
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