Reconozco estar francamente interesado en conocer la verdad de qué hizo y dejó de hacer el aforado Carlos Mazón la tarde del 29 de octubre de 2024, mientras media Comunidad Valenciana se ahogaba bajo las riadas. Esta semana ha declarado en el Senado el ya ex presidente y entre otras muchas perlas dijo que aunque él hubiera estado en el centro de emergencias -Cecopi para la posteridad- nada hubiera cambiado. Esto en sí mismo es tremendo, puesto que niega a la máxima autoridad de una comunidad todo el supuesto peso que debe de tener y que tiene que tener en situaciones extraordinarias. Vino a decir que estaría muerto de miedo si de él hubiesen dependido tantas vidas. Bueno, dependieron, dependieron de haber mandado una alerta unas horas antes quizás con otra clase de textos y de haber estado todos a lo que había que estar aquel día y aquella tarde. En sí mismo no es importante si Mazon hizo esto o aquello en el Ventorro o toda la parte tal vez morbosa del asunto y su reunión con una periodista que se alargó casi cinco horas, pero sí lo es desde el punto de vista de qué clase de sujeto ha mantenido el PP durante un año en su puesto a pesar de todas las circunstancias inasumibles que protagonizó aquel día y del más que evidente fervor popular en contra. Porque conocer la verdad nos dará la verdadera dimensión de todo lo ocurrido después en la batalla política y quizá nos abra alguna luz de saber ante quienes estamos si el PP asciende al poder, que es una posibilidad perfectamente viable. Sigue habiendo zonas oscuras en aquellas horas, pero al parecer la jueza que está llevando el caso no va a dejar sin revisar ni un solo post-it, lo que ofrece esperanzas de que todos, pero especialmente los valencianos, finalmente acaben sabiendo en qué malgastaba un tiempo tan valioso alguien que, aunque no lo crea, pudo variar algunos trágicos destinos.