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La gran pillada

Por algo el NODO censuraba las imágenes de las comilonas de Franco después de inaugurar pantanos

La gran pilladaEFE

Ni La promesa, ni Valle salvaje, ni Ena, aquí el culebrón que más interés despierta es el de Mazón en el Ventorro. Capítulo a capítulo vamos descubriendo el desmadre en las altas esferas de la Generalitat Valenciana la tarde de la dana y es para darse de cabezazos contra la pared. Mientras centenares de personas indefensas se ahogaban o perdían todo lo que tenían, nadie decidía nada porque Mazón estaba en una “comida de trabajo” que se alargó hasta más de las 18:30 de la tarde.

Vamos a ver, ¿un martes cualquiera una comida de más de cuatro horas y de más de 80 euros por cabeza para proponerle a una periodista un cargo en la televisión pública valenciana y que ella dijera que no le interesaba? ¿No bastaba con una reunión de una horita en el despacho con un café? Que se vea tan claramente este desparrame, este disfrute de las “cosas buenas” que puede tener el ejercer un cargo público es inmoral (por algo el NODO censuraba las imágenes de las comilonas de Franco después de inaugurar pantanos), pero que además se vea cómo le importaba entre poco y nada lo que estaba ocurriendo esa tarde, no tiene nombre.

La trama va avanzando gracias a la inestimable intervención de la jueza de la dana. Aún y todo, no faltan obstáculos como el del dueño del Ventorro que no ha querido presentar la factura detallada de lo que comieron y, sobre todo, bebieron en esa comida. Quizá ese dato podría arrojar algo de luz sobre el lapso de tiempo que transcurre hasta la llegada de Mazón al Cecopi. Y, en cualquier caso, ¿no hay imágenes de cámaras de seguridad o cosas por el estilo? Si la Policía Foral pudo detener a los cinco miembros de la manada vestidos de blanco y rojo en pleno San Fermín, ¿cómo es que no se sabe dónde y en qué anduvo Mazón esa tarde?