En Estados Unidos acostumbran a cantar el himno en los prolegómenos de algunos acontecimientos deportivos. Ayer, el CD Ebro quiso ponerle al inicio del partido aires de jota con una interpretación en directo. Casi dos horas después de un pésimo ejercicio futbolístico por parte de Osasuna, la hinchada tenía motivos para canturrear aquello de “anda y pínchame una vena…”. Y, posiblemente, ni aún así los aficionados rojillos reaccionarían ante el esperpento de partido realizado por su equipo. Es claro que la emoción de la Copa en las primeras eliminatorias la sostienen los peces pequeños que se comen a los grandes o que ponen en entredicho su evidente superioridad. Eso, por lo general, es una sorpresa envuelta en papel de sonrojo.
La diferencia con lo que hizo ayer Osasuna en Zaragoza tiene que ver más con sus propias debilidades que con la actuación del rival; el CD Ebro, con un planteamiento sencillo de agrupación defensiva, salida al contragolpe y buena ejecución de jugadas a balón parado, desmontó el planteamiento de Lisci, consistente básicamente en colgar balones al área a ver qué pasa. Y lo que pasó es que el equipo de cuarta categoría le montó en la primera parte unas contras de escuela de entrenadores.
Alessio Lisci: “A veces se puede pasar de forma holgada y a veces no”
El gol de Kevin Soeiro (1-0) sacó los colores a los futbolistas y al entrenador: cuando el Ebro arranca la contra, hay ocho rojillos por delante del balón. Vale, te puede pasar por falta de tensión, falso complejo de superioridad o cierta despreocupación ante un partido que parece siempre sencillo a priori y, ya digo, por ahí viene el interés de la Copa. Pero de una plantilla de Primera división esperas gestos de calidad individual, superioridad física, control del juego…; todo lo contrario de lo que escenificó el equipo de Lisci, que durante 97 minutos se sostuvo a base de ráfagas, recibió tres goles y, lejos de experimentar una mejoría que invite al optimismo en la Liga, ofreció una deficiente imagen y peores augurios.
1x1 de Osasuna ante el CD Ebro en la segunda ronda de la Copa
El año pasado, Osasuna también sorteó la segunda ronda pasando muchas penitas en Ceuta; pero la diferencia con el encuentro de ayer es que ante un contrincante más débil, entusiasta, eso sí, duro en las disputas, también, ante un duelo desequilibrado en lo técnico y en lo profesional, Osasuna fue a remolque durante ochenta minutos y además tuvo la fortuna de encontrarse con un penalti nada más comenzar el segundo acto.
Frío y susto en el Ibercaja
Lejos de ser un estímulo para equipo y afición, este partido ha sembrado más dudas. Lisci jugó con cuatro defensas pero de ahí lo único positivo fueron las intervenciones de Arguibide en la primera parte. Tan complicado lo vio el entrenador que en el descanso realizó dos cambios (significativo es que retirara al capitán Barja y mantuviera en el campo a Pedroarena). La velocidad de Víctor Muñoz rompió a una defensa agotada con el paso de los minutos y Becker fabricó centros envenenados jugando por la izquierda. Quizás tiene algo que aportar el surinamés, siempre teniendo en cuenta los futbolistas que ayer tenía delante.
En fin, lejos de estar satisfechos por la victoria, el osasunismo sigue jodido de ánimos y expectativas porque no observa una reacción convincente de su equipo. La cosa está así. Y pónganle la letra de jota que quieran.