¿Qué nos deja el 2025 y con qué nos quedamos de este año qué se acaba? Más que hacer balance en estos días toca balancearse, de un lado al otro, entre lo bueno y lo que no lo ha sido. Reajustar, recolocar y sacar para dejar espacio, porque 2026 está a la vuelta de la esquina y traerá lo suyo también.
Lo iremos viendo y viviendo día a día, tratando de aprender sabiendo que no sirve de casi nada anticiparse. Pero así, pensando en que ha tenido de diferente este 2025, que lo ha tenido en casi todos los planos, social, laboral, político, personal... creo que me quedo con ese día que nos marcó de nuevo como sociedad.
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Un día en el que la noche llegó anticipada y tuvimos que aprender a vivir a oscuras. Vivir sin luz por un tiempo tras el apagón que afectó a todo el país y que se prolongó durante horas forzándonos a pasar por una experiencia insólita. Sin luz, sin conexión, viendo como desaparecían las rayitas de la batería de los móviles, cómo se apagaban los ordenadores, cómo a medida que las baterías se agotaban todo lo que ahora hacemos de manera automática no se podía hacer, cómo los semáforos se fundían y el caos invadía las ciudades....
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Y aprendimos de golpe que somos totalmente dependientes de esa conexión. Que somos vulnerables. Lo sabíamos sí, pero no éramos del todo conscientes. Sin luz la oscuridad más temida era la que impedía moverse por la red y la que dejó a miles de personas tiradas allí donde sus trenes se pararon. Volvimos a las linternas a las radios de pilas, a las velas, a los encuentros, a la conversación...
Tocaba tirar de inventos del pasado para afrontar un problema del siglo XXI. Y eso es una buena lección que nos deja este año, el entender que muchas veces las soluciones no están solo en los avances de la tecnología, sino que la experiencia de las personas también cuenta, y más en estos tiempos de tanta Inteligencia Artificial y a veces tan poca inteligencia real.
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Ese día una vela fue más importante que el mejor de los móviles, porque desde su simplicidad conseguía dar luz, que era lo que necesitábamos. Así que me quedo con esa lección de saber volver a lo sencillo, a la esencia de las cosas, a lo que fue y sigue siendo, a cuidar la inteligencia para que no se nos olvide pensar, ni dejemos que otros lo hagan por nosotras.