Llegó el día del examen, en otra ocasión hubiese sido distinto, ¡tantas veces me he presentado!, el sentir es distinto, ¡qué digo distinto!, no tiene nada que ver. La víspera del examen, lo mismo me daba irme al cine que salir a echar unos potes.
Me han y me he educado al contrario de lo que hoy en día prima, en la gran, magnífica y solidaria idea de que en la vida tu esfuerzo será recompensado, no todo vale, todas las cosas para conseguirlas necesitan de tu implicación. También intento enseñarles a mis hijos, y no creáis que resulta fácil, estamos creando una sociedad muy injusta, donde no nos podemos parar a ayudar a nadie, sino pasar arrollándolo para subir un escalón y esto quieren que nos satisfaga, si tu no eres un ... ¿jetas?, eres tonto, y a todo el mundo nos sale eso de "yo no soy tonto", tampoco nos gusta que nadie lo piense.
Soy una de tantas, de ésas que hemos hecho de nuestro lugar de trabajo nuestra segunda casa, implicadas en un buen trabajo, en que el servicio que generamos resulte totalmente satisfactorio para el que va dirigido y también, por qué no, para nosotras. Habíamos puesto mucha ilusión en continuar este trabajo, la mayoría estábamos estudiando para estas oposiciones, muchas en academias, gastando vacaciones, invirtiendo tiempo y dinero. La visión fría y calculadora de las políticas ha dado al traste con nuestro esfuerzo e ilusión. Pero no vamos a consentir nuestro derrumbe personal y humano, estamos demostrando que estamos unidas y con fuerza, además conscientes que sabemos de lo que se trata de hacer con la privatización, puede ser que en un principio consigan ahorro, puesto que la empresa privada apretará bien los costes para poder cazar el servicio pero..., después, a medio/largo plazo, se verá,y es que nosotras también casi todas manejamos una cocina en nuestras casas y la mayoría con largo recorrido, sabemos que nada sale gratis y nadie regala nada. ¡Chicas, ánimo!, valéis un montón.