Imagina que tienes un hijo de 16 años al que le encanta la pizza, los espaguetis con mucho queso rallado y andar en moto. Imagina que a tu madre de 82 años y 82 kilos de peso las escaleras le han jugado una mala pasada y se ha roto la cadera por cinco puntos. Imagina que tu marido es de los que se comen, se beben y se fuman todo lo que pueden. Imagina por fin que en poco tiempo tu mejor amiga ha perdido el brillo de los ojos y el pelo de las cejas.

No es difícil imaginar.

Tampoco lo es que tu hijo de repente tenga un accidente grave que le obligue a estar una temporada hospitalizado; que tu madre deba ser operada con urgencia a raíz de la caída; que a tu marido le dé un amago de infarto; y que a tu amiga le toque visitar con frecuencia el hospital a causa de su enfermedad.

En este punto, darás gracias por contar con un sistema sanitario público y gratuito, donde tus familiares y personas cercanas recibirán atención médica adecuada por parte de profesionales, una cama y las medicinas y alimentos precisos para su recuperación.

Centrémonos por un momento en un aspecto de esta recuperación: la comida.

Si tu hijo es de los que no prueba la verdura ni nada que huela a mar, es muy probable que a día de hoy en el hospital donde esté ingresado se tenga en cuenta su rareza y se le sirva una dieta más acorde con sus gustos. Si tu madre debe comer poco para bajar de peso y ha descubierto que le encanta cómo preparan en el hospital la manzanita asada, se le prescribirá una dieta hipocalórica que le incluya su postre preferido siempre que sea posible. (Por no hablar de aquella noche en que estaba algo indispuesta y le subieron una sopica). A tu marido se le asignara una dieta estricta con bajo contenido en grasas y pautas para una alimentación sana. Puede que redescubra en el hospital las virtudes del aceite de oliva crudo. Tu amiga, que para colmo de males es celiaca y alérgica al níquel y a un montón de cosas más, representará un reto que enfermeras, dietistas y personal de cocina se esforzarán en superar, porque?. si un paciente come bien, se recupera antes y porque?. la medicina siempre se ha apoyado en la alimentación.

Imagina ahora que todo esto no es cierto. Que no es más que una ilusión. Que a tu hijo nadie le ha preguntado si le gustan las acelgas o si tiene más hambre; que tu madre no sabe cómo comerse la fruta que le mandan con los pocos dientes que le quedan; y que tu amiga tiene que traerse de casa la leche de soja si quiere desayunar café con leche por la mañana. Una empresa privada es ahora la encargada de la gestión de la cocina del hospital y su función es contabilizar los beneficios al final de cada ejercicio. Tus allegados se han convertido en simples números de cama y habitación.

Ahora la realidad: el Gobierno de Navarra ha puesto en marcha el plan de privatización de las cocinas hospitalarias. La razón aducida es económica, el ahorro, la crisis...

Algo sí que es cierto: acaba de salir a subasta nuestra salud y el precio de salida es increíblemente bajo.

No a la privatización de las cocinas de Osasunbidea.