¿Cómo puede confiarse en alguien que ya te ha escarmentado y que pretende hacerlo nuevamente, y que lo ves a priori con intenciones que no garantizan con meridiana claridad que haga lo que prometió hasta la saciedad en una y varias ocasiones?

Ciertamente lo natural sería cerrarse uno en banda y no volver a caer en el engaño, desestimando lo que ya te ha fastidiado la vida e intentar encontrar otra fuente fidedigna con la que tener el apoyo fallido anteriormente.

Éste es el caso de los sofismas del PSOE y el PP de Rajoy, que nos ha anunciado la bajada de impuestos para esta misma legislatura, pero con fecha que aún se ha de fijar, suponiendo sin pensar demasiado, que lo hará cuando tenga próxima la campaña electoral de 2016, para así dar la sensación a su utilizado electorado que cumple con su palabra pero a cambio del voto que algunos incautos le darán, con el peligroso riesgo de volver a ser víctimas de otra nueva argucia.

A mi entender, es del todo justo desconfiar de quien te la haga, y lo realmente pernicioso es no tener memoria premonitoria, como aquel que cierra los ojos y quiere, fanáticamente, ser fiel a unas ideas políticas, aunque éstas no sean democráticas y le perjudiquen a él mismo, sin querer reconocer que se ha equivocado en su elección y con el agravante de haber sido partícipe avalador de una nefasta mayoría absoluta del PP.

Si en la España de hoy no se reacciona con la idea de evitar el riesgo que comporta otro gobierno que nos vuelva a hundir en el caos como los sabidos, volveremos a repetir otra vez la historia no deseada, pagando un durísimo precio sin obtener lo que este país necesita: confianza para todo.

Vemos con desagrado, que se diga ahora lo que se diga desde Moncloa, ha perdido a pulso todos los créditos que podamos concederles, porque la sociedad quiere que alguien de supuesta honradez y honestidad priorice sin darle largas, a la debacle que estamos viviendo.