Ayer se conmemoró el 35º aniversario de la Constitución de 1978. Ley de leyes bastante valiosa en buena parte de su articulado, pero que necesita una reforma que desemboque en una mayor democratización de la sociedad española, especialmente, en puntos tan relevantes como una nueva Ley Electoral, donde impere las listas abiertas y una estricta proporcionalidad, o una Ley de Referéndum vinculante que facilite la participación y decisión ciudadanas en asuntos claves de interés nacional, regional o local, previamente estipulados. Aprendamos o copiemos sin rubor de otros países. De lo contrario, estaremos siempre cambiando leyes en cuanto culmina la alternancia política tras el preceptivo proceso electoral de rigor. Ahí está el ejemplo de las siete leyes de Educación que llevamos a cuestas desde que comenzó el régimen democrático. También es un día para recordar que Navarra tiene un papel relevante en esta Constitución gracias, además de la Disposición Adicional Primera, a la Disposición Transitoria Cuarta. Algunos partidos pretenden su derogación, lo que me parece respetable, pero estoy en completo desacuerdo, pues permite en última instancia que sea el pueblo navarro el que dictamine sobre la posible integración o no en Euskadi. Y el respeto a esa voluntad, llegado el caso, es lo que determina la esencia de la democracia. Además, y siguiendo no pocas veces la pauta de nuestra historia, quienes propugnan la derogación de la Disposición Transitoria deberían favorecer en un sentido estricto el mismo procedimiento que el adoptado para la aprobación de la Constitución: un referéndum. ¿No sería más correcto y democrático?
Jesús Mª Fuente Langas