Por lo visto han aparecido centenares de cajas con documentos y diverso material empleado por Gaudí y que se hallaban en algún oscuro lugar. Por supuesto, tras este hallazgo, se esperan nuevos datos sobre el genial arquitecto. Con la aparición de estas cajas, la documentación que se va a aportar al primer congreso que sobre Gaudí va a tener lugar en octubre, se incrementará a buen seguro notablemente, y los 400 especialistas que se espera acudan al evento, podrán conocer un poco más a Antoni y qué perseguía con sus obras. En los medios de comunicación, a la vez que se daba cuenta del hallazgo, se manifestaba que este podría cambiar la concepción que hasta ahora se tenía sobre el arquitecto. Por supuesto que sí, como también podrían cambiar tal concepción la información que tienen algunos octogenarios con buena memoria, o descendientes y amigos de los mismos, a los que Gaudí explicó cual era su pretensión con esas formas, esos mosaicos, esos símbolos, esas filigranas, esas delicias de natura sobre base de amor, como dice el poeta. ¿Acudirán estos últimos receptores de esa valiosa información al congreso aunque sea como invitados y aportando siquiera alguna comunicación provisional? Seguramente no. Porque a ellos les sucede lo mismo que al propio Gaudí cuando era ignorado y ridiculizado por el oficialismo artístico durante gran parte del siglo XX y debía soportar la mofa de buena parte de sus alumnos. Aún está en el recuerdo de muchos las imágenes en las que ciertos muebles diseñados por él acababan en la basura, allá por los años 70. Y sin embargo, continúa siendo el arquitecto que más obras tiene declaradas por la Unesco como Patrimonio de la Humanidad. En fin, es posible que, al igual que actualmente centenares de personas acuden al Museo del Prado con el libro de Javier Sierra El Maestro del Prado bajo el brazo, en el futuro muchos ciudadanos quizá acudan a la Sagrada Familia con algún volumen también bajo el brazo, en el que se explique el porqué de aquella alucinante filigrana.