En calidad de ciudadano navarro expongo que el pasado día 17 de febrero hacia las 20.30 horas encontré a una persona extranjera indigente abandonada en el suelo, con un estado lamentable en la marquesina de la plaza de Merindades.

Un grupo de personas nos reunimos alrededor de dicha persona para ofrecerle algún tipo de auxilio con escaso éxito, dado que no nos conseguíamos comunicar con él. Uno de los congregados llamó a la Policía Municipal para pedir que lo trasladaran al albergue de acogida de Trinitarios. La Policía Municipal respondió que no se hacían cargo de los traslados. Ante la manifiesta falta de auxilio y haber conseguido comunicarme con él en francés, decidí acompañar al individuo en cuestión hasta algún agente de Policía para que nos diera alguna indicación, dado que me había manifestado su deseo de pernoctar en el albergue de acogida.

Nos dirigimos a la plaza del Castillo, donde habitualmente hay una furgoneta de la Policía Municipal pero no encontramos a ningún agente. Acto seguido nos personamos en la oficina de la Policía Foral situada en la mencionada plaza. Al constatar que la persona afectada carecía de documentación (por robo, aparentemente), el agente que nos atendió nos facilitó un plano, señalando dónde se encontraba la comisaría de la Policía Nacional y el albergue de acogida a los sin techo para que, en primer lugar, denunciara el robo y obtuviera una documentación provisional para, posteriormente, poder ser admitido en el albergue. La persona en cuestión no daba señales razonables de poseer la autonomía y claridad mental suficiente para realizar esos traslados por sí mismo y menos aún de conseguir con éxito lo que se proponía por el agente. Así pues, acompañé a la persona afectada hasta la Policía Nacional donde, haciendo de intérprete, explicamos la situación.

Tampoco obtuvimos ayuda de los agentes que nos atendieron. Nos hicieron saber que no podían expedir ninguna documentación al no poder confirmar la identidad de esta persona. La solución planteada se limitó a invitar al afectado a desplazarse al consulado/embajada más cercano para poner en regla su documentación. Hazaña difícil para una persona en su estado. Ninguna de las tres policías nos ofreció tan siquiera una alternativa de actuación. Los tres cuerpos se desentendieron del problema ante el creciente estupor e indignación que sentía. El resultado fue que esta persona volvió a la calle.

Al día siguiente, pregunté telefónicamente a la Policía Municipal sobre la existencia de algún protocolo de actuación para estos casos. La respuesta fue que no existe tal protocolo, salvo en caso de previsión de bajas temperaturas.

Mi petición es clara: confeccionar y llevar a la práctica un protocolo de acogida para indigentes sin documentación que manifiesten su deseo de acogerse a él.