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Las elecciones europeas

Dentro de varias semanas se celebrarán los comicios para el Parlamento Europeo. Son numerosas las candidaturas presentadas, algunas de las cuales confían en que el tradicional voto de castigo a los partidos gubernamentales les beneficie de rechazo. Los partidos favoritos son los mayoritarios en todos los países miembros de la Unión Europea, aunque padezcan una disminución en sus expectativas electorales.

¿Por qué estas elecciones a la sede de Estrasburgo son proclives a ese voto de castigo y, sobre todo, a un previsible, según algunas encuestas, aumento de la abstención? Creo sinceramente porque la ciudadanía, en general, no termina de captar, de sentir lo que acontece en el Parlamento Europeo. Su legislación e incidencia en el devenir de nuestro país no se palpa, lo que conlleva el consiguiente alejamiento a la hora de depositar el voto en las urnas. Le falta cierta credibilidad.

Los partidos políticos también contribuyen a dicho distanciamiento, pues producen la impresión de que nos encontramos ante unas primarias, donde en lugar de fomentar un voto, digamos europeo, simplemente se limitan a presentar los problemática interna española, como si se tratase de una campaña de ámbito nacional. No es de extrañar en esta tesitura que la abstención se perfile como la gran ganadora de los próximos comicios europeos. O nos hacen ver las distintas formaciones políticas, en especial quienes pueden obtener una representación segura de las ventajas e importancia de lo que se legisla en Estrasburgo o este año se repetirán, con una sinfonía política análoga a años precedentes la misma historia e indiferencia. En manos de la clase política está en revocar esta situación.