Esta expresión tan habitualmente usada en nuestro país se emplea para "expresar hartazgo y fastidio frente a una situación que se repite numerosas veces, por ejemplo ante una opinión o argumento, sin que su interlocutor enmiende un ápice de su discurso". Lo más triste de este refrán es que todos/as alguna vez, y más en estos tiempos, lo hemos empleado. Y es más triste todavía cuando alguno/a de nosotros lo empleamos por cuestiones económicas, sociales, cuando no llegamos a fin de mes o cuando, por ejemplo, juegan con nuestra estabilidad laboral y familiar. Esta situación les suena, ¿verdad? En esta ocasión, y de nuevo, hablamos de ISN y la política de su dirección a la hora de retribuir y pagar a su plantilla.
Por enésima vez, me trasladan incumplimientos y falta de moral por parte de esta empresa con sus trabajadores/as. Esta semana he recibido por SMS la siguiente preocupación: "Buenos días. Ya volvemos a molestarte de nuevo. Seguimos erre que erre con esta bendita empresa. De nuevo han hablado con los responsables, y de nuevo venga a darnos largas. Casi cuatro años con el mismo cantar. Me da casi vergüenza importunarte casi todos los meses por lo mismo. Gracias por tu ayuda".
Tras recibir este mensaje yo me pregunto: ¿Vergüenza? ¿De qué? ¿De luchar por lo que está recogido en un convenio? Y respondo: vergüenza ninguna. Me sumo a vuestra queja y continua reclamación. La única falta de vergüenza la tiene quien, teniendo que cumplir, no cumple; aquel que es insensible; aquel que teniendo que pagar, prefiere demorar los pagos jugando con la estabilidad de las familias, ya de por sí tocadas. Seguiremos luchando.