Con el lema de la Campaña 58 de Manos Unidas: “El mundo no necesita más comida. Necesita más gente comprometida” nos sentimos interpelados y es una llamada a concienciarnos de que en pleno siglo XXI vivimos la paradoja de la abundancia. Cuando un tercio de los alimentos acaba en la basura, 800 millones se van a la cama a diario con el estómago vacío, porque les negamos el derecho a alimentarse. ¿Motivos? Miles, porque el tema es complejo y difícil de solventar, si no hay una voluntad de los países más desarrollados, para hacer que la economía no gire en torno a cuotas de poder sino a servir a los más vulnerables de la tierra. Es lo que una familia bien estructurada y responsable haría: velar por sus miembros más inermes e incapaces de valerse por sí mismos: ancianos, jóvenes y niños. Pero ¿es que nuestra sociedad del primer mundo cuida así a sus niños, jóvenes y ancianos o más bien los descarta? Entonces ¿qué cabe esperar de los más países menos desarrollados o mejor llamarlos pobres, y más si dependen de lo que quede de nuestros caprichos de la sociedad del bienestar y consumista, que cada vez quiere más, para tirar más y usar y desechar? Mientras muchos de nuestros alimentos caducan en el frigorífico o en la despensa, millones de personas carecen de agua potable, alimentos básicos, y su supervivencia depende de nuestra capacidad de no robarles lo que les corresponde. Y robamos cuando tiramos alimentos a la basura, cuando no aprovechamos las sobras, como se ha hecho siempre en familias numerosas, cuando no hacemos donaciones como la recogida ayer para ayudar a tantos países que carecen de lo más elemental. Y otras soluciones van por estas vías señaladas en la campaña de Manos Unidas de este año: acompañar, contribuir, educar y sensibilizar. Acompañamos a las personas más empobrecidas del planeta y reforzamos el derecho a la alimentación de los pequeños productores. Contribuimos al cambio denunciando las situaciones injustas y proponiendo sistemas alimentarios más justos. Educamos y sensibilizamos para lograr una vida solidaria y sostenible basada en la defensa de la dignidad de las personas.