En los últimos cien años la esperanza de vida en los países industrializados ha cambiado de forma manifiesta. En la Roma del s. I era de 30 años, no muy distinta de los comienzos del s. XX, que era de 35 años.

Sin embargo, en el 2001 en nuestro país la media era de 75 años para los varones y 83 para las mujeres. Pero no podemos olvidar que en África la esperanza media de vida es de 48 años con lugares como Zambia y Angola, donde anda en 39 años.

Este cambio espectacular se debe a los importantes progresos en medicina con la aparición de medicamentos eficaces para muchas enfermedades, las mejoras de las técnicas quirúrgicas y de reanimación, los trasplantes... Pero, sobre todo, se debe a la disminución de la mortalidad infantil debido al desarrollo y la puesta en marcha de la depuración de las aguas, las vacunas, la mejora de la alimentación y la aparición de los antibióticos.

Las medidas que más han influido en el aumento de la esperanza de vida han sido las de salud social que, curiosamente, son las que menor coste suponen a largo plazo.