Sin querer marqué el prefijo sub en vez del de Vizcaya, entonces me di cuenta de que estaba por debajo. Como si me hubieran subestimado, hice un análisis, una valoración de la situación en cuestión, y lo vi, yo inferior a lo que en la realidad soy. La subestimación es un fenómeno muy común en la actualidad en lo que respecta a las relaciones sociales, ya que muchas veces se subestiman las capacidades o posibilidades de una persona por elementos tales como el aspecto físico, la pinta que tiene o su trabajo, si es que lo tiene, ¡claro!

Subestimar es un verbo divino que se usa para hacer daño, una referencia es por ejemplo el Parlamento de Navarra estos días. Cuando te tumbas en el sofá de tu casa hipotecada para ver la televisión de Navarra y aparecen ahí unas personas con unas caras del bazar de la ilusión, las cuales están restando importancia y relevancia de cosas, de fenómenos, o incluso de otras personas por debajo de lo que realmente valen. Un ejemplo de este concepto sería el caso de una persona que le pide a otra realizar cierto trámite o tarea importante. Luego, el que lo pidió se arrepiente y prefiere hacerlo él mismo ya que no confía en la capacidad del otro. En ese caso lo está subestimando y poniendo en dudas sus capacidades. Muy típico en la Administración, este problema viene debido a cargos repetitivos muy parecidos en sus labores, yo manduleo, tú manduleas, él mandulea, etcétera.

No da el pego presumir al principio de austeridad y modestia, y ¡poco a poco me enamoré de ti!, como la canción. Yo deseo permanentemente pasar desapercibido entre otras personas: buscaré ocultarme y que no lo noten.